Al día siguiente: 16 de octubre Ayer le dije a Yana que iríamos a navegar, y si hay algo que me prometí a mí mismo es que nunca incumpliría con mi palabra. Por ende, aquí estamos los dos disfrutando de un eterno verano en este navío que no será uno de esos yates lujosos que tienen los millonarios, pero si es suficiente para nuestra felicidad. Una vez que anclo el bote, camino hacia la proa y allí la veo a ella tomando sol con ese diminuto traje de baño y figura escultural. Me detengo un momento para disfrutar de las vistas y me sorprende cuando voltea para verme y sonríe. —¿Qué tanto me miras desde allí? —pregunta divertida. Camino hacia ella y me detengo a su lado. —Solo disfruto de la vista —me defiendo. Mi esposa se pone de pie y noto sus claras intenciones de abrazarme, pero el o

