Una sencilla y frágil jovencita disfrutaba de caminar descalza por jardín, ese aire de libertad era glorioso mientras giraba en su sitio riendo por la sensación del gras en sus pies. Se detiene y mira con nostalgia aquella casa donde pasó los años más felices de su vida. Los rayos del sol y ese olor a galletas recién horneadas le recordaban su infancia, caminó hasta la casa y cuando estaba a punto de ingresar alguien la interrumpió. — ¿Carolina? – esa dulce voz la obliga a mirar de golpe hacia atrás. Su mamá está allí, mirándola con una cálida sonrisa implantada en sus rosados labios, recordaba ese bello rostro rodeado de su rojizo cabello, a ella heredó ese color hermoso y las finas facciones que adornan su rostro. Traga saliva sin poder creerlo aún, se sobre mueve presa de la angusti

