Tenía muy en claro que era lo que quería en esta vida, habían ocasiones en las cuales tenía mis desvaríos pero mi propósito seguía en pie. Cuando observé a mi marido dispararle aquella mujer, me dolió el corazón. Sentí una horrible sensación de traición, por un momento había guardado una pequeña esperanza que no me mintiera con respecto a Zoe. Pero en ese instante entendí lo importante que era para él aquella mujer. —¿Y esa maleta? —preguntó él entrando a la habitación y dándome una mirada extraña. —Voy a salir —respondí mientras seguía doblando algunas prendas y metiéndolas en la maleta. —Eso es obvio, muñeca. Pero me pregunto, ¿a dónde? Y ¿a qué? —preguntó mirándome fijamente. —Lo preguntas para según tú, mantenerme controlada, ¿no es así? —No, Analia. No es así, te lo pregun