Esa mañana en medio del patio, Cameron sintió que tal vez dejarse llevar por el orgullo y el enojo no era la mejor idea de todas… —Estarás bien —las manos de Tyler sobre sus hombros, acompañadas de sus palabras de aliento, le resultaban reconfortantes—. Eres más rápida que cualquiera de ellos. Sólo tienes que correr. —Estoy fuera de forma —le recordó al chico. —En ese caso no deberías jugar —Angus se veía serio, sin apartar la vista del equipo rival. Cameron frunció el ceño, pero decidió ignorarlo, a fin de cuentas comprendía lo estresado que debía estar el chico. —¿Acaso nunca les da miedo de lastimarse cuando van a jugar? —Pero claro que nos asusta -contestó Zen, con una sonrisa sabia—, sólo que no podemos dejar que otros noten nuestro temor, confiar en tus habilidades es esencial