Lucero Divisar la pequeña capilla frente a mí era complejo y despertaba mil sensaciones que no sabría describir, pero me hacían temblar. —Tranquila, no dejaré que caigas aun cuando tropieces —dijo mi padre regalándome más seguridad en lo que estaba a punto de cometer. La música sonaba dando el aviso de nuestra llegada. Todos iban ingresando aun cuando no conocía a los padrinos ni damas de honor, quizás sea gente pagada por Ramiro, no lo sé y poco me importaba, tan solo quería terminar con este circo y encontrarme con mi realidad cuanto antes. —Hija, vamos —tomé aire profundamente. Cada paso era más difícil, era como caminar en un pantano que se hacía más y más profundo. Las miradas de los invitados apuntaban hacía mí como armas, mis ojos observaban cada parte del lugar encontrando en