𝟕. 𝐃𝐞𝐣𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐡𝐨𝐬𝐩𝐢𝐭𝐚𝐥

1521 Palabras
Kayda Dabria Observo mi reflejo a través del espejo, tengo un pantalón pegado y una blusa de lana color vino, una bufanda y abrigo n***o con unos tacones negros, con mi mano mas sana hecho las gotas para los ojos en mis ojitos, guardo mis cosas en mi cartera y salgo de la habitación encontrándome con Andreus Mavros que ahora se será mi guardaespaldas, frunce sus cejas cuando me ve de pie y sola. — Buenos días — lo saludo algo tímida. Papá se acerca a mi ayudándome a sentarme en la cama. — Cariño, te quiero presentar formalmente a Andreus Mavros, será el hombre que te va a respaldar, espero que no te moleste su presencia porque será con quién más convivas, Andreus te presento a mi hija Kayda Dabria. Le extiendo la mano cuando se acerca. — Un gusto Andreus — digo amablemente. El se inclina a tomarla dando un firme apretón que me eriza la piel, lo observó a los ojos. — Un gusto señorita Kayda, será para mí un honor proteger de usted — dice con la sensual voz que oí hace unos días, me analiza descaradamente poniéndome nerviosa. Es intimidante. — ¿Nos vamos? — pregunta mi madre. — Si, no deseo estar un día más aquí... — Tenemos que hablar sobre unas cosas primero princesa — habla papá poniéndose enfrente de mi. Frunzo las cejas algo insegura de lo que está por decirme, ese "Tenemos que hablar" no puede significar nada bueno. — ¿Sobre que? — interrogó algo preocupada. — Hace unos días alguien entro a nuestra casa y asaltaron tu departamento hija, no te lo habíamos dicho porque no era el mejor momento... Frunzo las cejas aún más poniéndome de pie comienzo a negar. — ¿Y me lo dices hasta ahora? — Mi voz no es tan fuerte como desearía que lo fuera. Mama se tensa detrás de mi padre. —Carilo fue mi decisión — interviene poniéndose enfrente — habías estado teniendo muchas sorpresas y aún no estabas totalmente bien. Respiro profundo negandome a reaccionar mal con mi madre. — Está bien... — susurro cerrando los ojos — supongo que ya buscaron otro lugar para nosotros ¿No es así? — pregunto más tranquila. — Así es — responde Andreus. Lo miro con atención. — ¿El cual es? — Es un lugar seguro pero no sera con tus padres... — ¿Que? — Ellos tienen diferentes residencias, por mayor seguridad nos han asignados una diferente, una tú y una nosotros, realmente la imagen que han dejado en tu departamento y en nuestro hogar no es positiva. — ¿Cuál imagen? — No creo que sea el momento — habla Andreus. Lo encaro sintiendo que todo esto vienen de ideas de él. — Tengo un prometido desaparecido, una zorra con su posible hijo — no me detengo a fingir que no me duele eso — una herida de bala en mi hombro, personas queriendo matarme, otras acosandome y que lidear con una traición ¿Crees que me importa una simple imagen cuando han entrado a joder mi departamento? — me alteró sintiendo las lágrimas en el borde de mis ojos. Aparentemente a Andreus no le agrada como le hablo y se dirige a mi padre. — Los estaré esperando a fuera — dice nada más y se sale. Miro a mi padre molesto. — No has un berrinche — dice mi madre — sabes lo difícil que fue que aceptarán, además te tendrán en un lugar seguro. Miro a mi padre que le da la razón. — Veras cariño, tu irás a una residencia aparte que tiene Andreus fuera de la ciudad, es muy lejano. — ¿Y mi trabajo? — inquiero molesta — no me ocultare como si hubiera hecho algo malo ¡Es como si les diera la razón! — Acordamos que vendrás a la ciudad una vez cada quince días para que puedas manejar lo de la empresa, yo estaré más presente. — Papá creo que no entiendes, los Carter nos quieren muertos, no van a perder el tiempo de querer ir por ti sino pueden por mi, yo no puedo dejarte aquí — ruego acercándome a él tomando sus manos — yo me quedo con ustedes, deberías saber que no me voy arriesgar a perderlos. Mamá me mira con nostalgia. — Sería raro si nos vamos los tres preciosa, pero sabes que para nosotros tu eres lo más importante. Aunque sus palabras llegan a mi corazón no evita mi enojo. — No los voy a dejar, soy una adulta padre, yo decido que hacer con mi vida y mi elección es quedarme aquí, con ustedes, seguiré yendo a la empresa y mal por quien no le guste, huir no es la solución, sino ¿Para que tengo una guardia? Mi padre se tensa notablemente preocupado. — Sabes el peligro que corres. — Y todos sabemos que no importa cuánto hagas si algo pasa, va a pasar, ya dejé que Carel se burlara de mi, no dejaré que siga arruinando mi vida, quiero mi celular por favor — pido llevando mi atención al bolso. — ¿Que haces hija? — pregunta mi madre preocupada. — Llamaré a mi asistente y a una organización que haga lo que yo diga, no lo que ustedes quieren. — Estás siendo muy impulsiva — espeta mamá. — Estoy siendo firme, no me iré porque Carel arruinó mi vida, está en mi darle pie a la situación, voy a contratar un grupo de detectives que demuestren que soy inocente y que refundan a quienes tengan que refundir en prisión. Papá se sienta en el sofá llevándose las manos a la cabeza. — Estoy seguro que los Carter están haciendo todo esto Kayda, no puedes solo negarte. Analizo mis opciones para ir, porque de la ciudad no me voy, al menos no aún. — Tengo la residencia de mi abuela — recuerdo en voz alta — me la dejo cuando era niña ¿Recuerdan? Nadie sabe de ella, la he mantenido estable, tiene un buen cuidado y la mejor seguridad que cualquier casa que tengamos, podemos estar juntos... Y sino también tengo el departamento que me regalaste cuando cumple los 22 padre. Mama me mira poco convencida. — Kayda, el peligro está aquí en la ciudad, no importa en que lugar de aquí estés, te van a encontrar. — ¡Mama entiende por favor! ¡Ustedes me están poniendo la mejor seguridad! No puedo irme, tengo las próximas reuniones de Junio, tengo que prepararme, si las dejo ir pierdo una gran inversión, muchos se han ido para atrás por la situación en que me encuentro, incluso si manejo esto, haría las inversiones en el extranjero, tendré que irme y eso distraeria un poco la atención de las personas en mi. Quedamos un buen tiempo en silencio. — ¿Porque no te quieres ir de la ciudad? — pregunta mi padre — puedes trabajar desde casa. Siento un nudo en la garganta. — ¿Irme de la ciudad? — pregunto cómo sino fuera obvio — irme de la ciudad es dar la razón de que Carel me arruinó, irme de la ciudad es afirmar que algo cambio, siento que yo estoy cayendo fondo mientras el está por ahí como que si nada, no aparece ni vivo ni muerto ¿No crees que solo se burla? — siento el nudo en mi pecho, la idea que se formula en mi cabeza duele más — imagino que va a regresar y no será por mi... Me estoy quebrando padre y ustedes con esto hacen que le preste atención. — Tengo miedo que algo te pase — admite mi padre. — Prometo que no será así — digo poniendome de rodillas delante de ellos para que me vean. Quedó casi a su altura al estar ellos sentados. — ¿Si ves dónde estamos? — pregunta mi madre. — Denme la oportunidad, quiero saber que está pasando, quiero saber quién ocasionó el fraude, quien robó la información de la empresa, quiero demostrar que somos inocentes y ustedes mejor que nadie saben que sino haces tú las cosas, nadie las hará bien por ti. Los ojos grises de mi padre, muy similares a los míos me observan con atención. — Tengo una gran hija — expresa con orgullo — pero eres tan necia que creo que tuvimos que haber sido más estrictos contigo. — Denme la oportunidad — pido con suavidad. — No — dice mi madre — no te daré la oportunidad dónde si fallas terminarás muerta. Sus palabras me duelen tanto que alejo mi mano de ella y miro a mi padre, se tensa evidentemente con lo que dice mamá. — Kayda — mi padre se concentra en mi — te he criado para ser fuerte, concisa y valiente, me has respondió como tal pero sobre todo para que no falles, hasta el día de hoy no lo has hecho, hablaré con Andreus de esto ¿Está bien? No puedo evitar sonreír con las lágrimas en los ojos, me inclino a abrazarlos sonriendo feliz. — Prometo vivir papá.
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