Maneja, de vez en cuando me mira de reojo, estoy tan nerviosa. — Siento mucho…. que mi papá se haya empeñado en que entraras a la casa – digo apenada. — No tienes porque, es un hombre muy interesante, como su hija – dice sin apartar los ojos de la carretera, pero con tono divertido. — Te ves hermosa, espero que te haya gustado el vestido – dice volteándome a ver. — Si, todo está muy lindo, pero no tenías por qué hacerlo, yo te lo devolveré todo mañana. – digo aun avergonzada. — No tienes que devolverme nada, es tuyo, lo compre para ti – dice y su tono es serio, creo que se ha molestado, pero esta vez no me quedare callada. — Está bien, entonces te lo pagare – digo con firmeza, él rueda los ojos con desesperación. — No quiero que me pagues nada, es un regalo – dice con tono áspero