Estoy acostado viendo a mi hermosa esposa dormir entre mis brazos, su respiración es suave mientras sus largas pestañas descansan sobre sus mejillas. No sé qué haría si llegara a perderla, hace cinco años me alejé, pero tenía la esperanza de que regresaría y así fue, ahora estamos juntos a pesar de todo lo que se nos viene encima. Acaricio suavemente su espalda haciendo que ella abra lentamente sus hermosos ojos viéndome adormilada. - ¿No te cansas? – pregunta con ese tono de voz tan sensual que tiene al levantarse. - ¿De qué? – pregunto acariciando su rostro - De mirarme – responde pegando su cuerpo más al mío – estas calientito. - Eres muy hermosa – respondo sonriendo – soy tu calefacción humana. - Quiero divorci