Su cara de asombro es mi mejor recompensa en estos momentos. La veo sentada frente a mí en la playa con la pequeña mesa en medio de nosotros y toda la comida que nos han traído, y mira a su alrededor como tratando de asegurarse de que todo esto es real —Cuando me dijiste que me traerías a desayunar, supuse que me traerías a un sitio elegante, uno de esos lugares donde los hombres tratan de lucirse con las mujeres, ya sabes su ego de “mira a donde podemos venir juntos cuando estás conmigo”— Relata haciéndome reír por su forma tan divertida de decirlo. Bebo un sorbo del exquisito café mientras que la brisa nos roza y la miro a los ojos —Si te soy sincero, debería darme vergüenza traerte a un sitio entre comillas, tan simple siendo quién eres… ya sabes, la hija del embajador. Sin embargo, si