HANNAH Margaret me invitó a merendar a su casa y acepté sin muchos líos. Esa tarde Joshua tenía entrenamiento y el mensaje me llegó cuando esperando al autobús. Hazel no fue ese día a clase así que no tuve ningún problema en coger el autobús en la otra dirección. Las únicas veces que había ido, fue con Joshua, estábamos solos y me mentalicé de que no podía sonrojarme acordándome de las cosas que hacíamos aprovechando que ella no estaba. —¡Hannah! —me gritó cuando bajé del autobús. Nunca había ido por esas calles yo sola y aprecié que estuviera esperándome. Enseguida caí en que sólo me había dicho dónde debía bajarme, porque ella no sabía que yo sabía dónde estaba su casa. —Hola, Margaret —la saludé. —Hola, cielo. ¿Qué tal las clases? La seguí muy de cerca mientras caminábamos ha