Deva Smith. Aunque no pude dormir bien ayer, me desperté a las cinco de la mañana. Miro la terraza y es grande, no quiero salir de mi habitación, así que puedo arreglar esta habitación que también es enorme y hacerlo como un pequeño apartamento. Las paredes son de color blanco y rosa, creo que otro olor le quedaría perfecto. Creo que llorar hasta quedarme dormida me hizo bien, me siento tranquila y sé que soy una mujer fuerte, así que de ahora en adelante no voy a llorar por un hombre, mi única felicidad es mi pequeña Emily. Dominic entra a la habitación y me sonríe, continúo mirando las paredes. Él me abraza por la espalda y besa mi mejilla. —Buenos días, Deva. —Dominic, hablamos de esto ayer. —Lo siento, tienes razón, pero míralo desde este punto. Somos como hermanos, bueno, tus