Realmente las cosas en la mansión no podían estar más tensas. Luego de la aprobación del matrimonio… Ethan comenzó a actuar como antes: hosco, silencioso y serio, sin una sola risa; yo, en cambio, iba marcando una pequeña X en mi calendario día a día, aterrada ante cada segundo. Dos semanas pasaban demasiado rápido, sobre todo para una futura novia. Las invitaciones, los aperitivos, las flores, las decoraciones, el pastel, el vestido, etc, etc… Mi tío me había preguntado una y otra y otra vez si deseaba casarme, asegurándome que no había nada de malo si no lo deseaba, que debía ser firme y valiente, pero ante todo, decía que estaba bien, aunque no lo estaba. Mi tía, por otra parte, estaba demasiado feliz como para ver que algo andaba mal con aquel silencio en la casa, todos menos ella,