[JIMENA]
Al día siguiente: 5 de diciembre
Hemos llegado a un acuerdo sin abogados, leyes, ni una corte en medio de nosotros dos. Mi hijo pasara tiempo con su padre, le permitiré conocerlo y aprender algo de lo bueno que pueda enseñarle; si es que hay algo bueno que pueda enseñarle Michael.
Jamás creí que yo fuese capaz de darle esta oportunidad a Michael. Siempre creí que el día que lo volviera a ver le gritaría lo mucho que lo odio por haberme hecho tanto daño, pero, esa fue solamente mi mente diciéndome de manera fría lo que se supone que debería hacer. En cambio, mi corazón... el me dicta algo totalmente diferente. No sé si es que desde que me he convertido en madre he aprendido a ver al mundo de una manera diferente, o es que no tengo el corazón para causarle a mi hijo el dolor de la ausencia de su padre. Lo único que, si sé, es que mi vida ha vuelto a dar un nuevo giro, uno donde también debo tenerlo en cuenta a Michael en cuanto a nuestro hijo se trate.
—Hermanita, ya te he reparado la luz del baño.— Me deja saber Mario regresando a la sala.
Le sonrió —Gracias, eres el mejor. — Le halago como tantas otras veces.
Él se acerca a mi y se sienta a mi lado en el sofá —¿Te encuentras bien? Has estado muy pensativa desde ayer.— Comenta y por momentos odio que el me conozca tanto.
Me inclino hacia él y me apoyo sobre su hombro —Si hermanito, estoy bien. Es solo que he estado muy concentrada en cosas del trabajo.— Miento.
—Mmmm... de acuerdo, hare de cuenta que te creo.— Bromea y besa mi frente. —Debo irme, Sara me está esperando.— Me deja saber y asiento.
—Ve tranquilo, yo luego cierro la puerta con llave.— Le indico y nos despedimos.
Sigo trabajando en mi portátil mientras él sale del departamento y no sé cuantos minutos han pasado hasta que escucho la puerta abrirse nuevamente —¿Qué te has olvidado Mario?— Cuestiono dándome la vuelta, pero para mi sorpresa no es Mario quien está allí, sino que Michael.
—Deberías decirle a tu novio que cierre la puerta con llave al irse.— Comenta mientras cierra la puerta detrás suyo y solo me le quedo viéndolo algo confundida.
—Y tú no deberías entrar así a mi casa.— Replico de inmediato y hasta con rabia.
—Iba a tocar el timbre, pero cuando lo vi salir de tu departamento decidí esconderme para que no me viera. Habíamos quedado en que todo esto es un secreto y supongo que tu noviecillo tampoco sabe quien es el padre de tu hijo, ¿o sí?— Me pregunta y solo puedo reírme de su confusión.
Dejo mi portátil a un lado y me pongo de pie —Primero que nada, si es un secreto como te lo he dicho ayer, y segundo, él es Mario, mi hermano.— Le explico, aunque ni siquiera debería de explicarle nada.
—¿Tu hermano? ¿Él vive contigo?— Cuestiona confundido.
—No, no vive conmigo. Solo estaba ayudándome con algunas cosas que se habían dañado, pero en realidad ni sé porque te estoy explicando todo esto. No es asunto tuyo.— Digo enredándome en mis propias palabras y niego. —¿Y tú? ¿Qué haces aquí? ¿No tienes negocios, reuniones, viajes, o lo que sea que hacer?— Inquiero.
—En un par de días tengo un simposio y luego otras cosas que hacer, por eso he venido. Quiero pasar tiempo con mi hijo y también le he traído algunas cosas.— Me explica y levanta una bolsa que hasta ahora me doy cuenta de que tiene en su mano.
《No quiero que se confunda... Es mejor que aclare las cosas desde ahora.》
—Michael, yo no quiero tu dinero y menos que le compres cosas a mi hijo. Si te lo he dicho no ha sido para esto.— Le informo.
—Lo del dinero podemos negociarlo. — Dice firme —En cuanto a los regalos, eso no me lo puedes prohibir.— Replica y sé que tiene razón, pero si Mario o mis padres ven todas estas cosas tendré que dar explicaciones y no quiero.
—Lo sé, pero entiéndeme... en algún momento mi familia se dará cuenta de todas esas cosas que le traes y me harán preguntas. No quiero que sepan que el padre de mi hijo ha aparecido. Mucho menos que sepan que le estoy dejando que vea a Bruno.— Intento explicar.
—¿Me odian? ¿no?— Pregunta y tan solo encojo mis hombros.
—Ni siquiera saben quien eres. —
Una tímida sonrisa se dibuja en su rostro —Me odian.— Habla firme.
—Bueno, Bruno está en su cuarto. Ve con él, yo estaba por ir a arreglarme. En dos horas me voy con el niño.— Le advierto.
—Está bien, aprovechare a estar con él mientras tu te alistas.— Explica tímidamente.
—Si quieres puedes ayudarme a cambiarlo luego.— Propongo y ríe.
—Me parece justo... supongo que tendré que aprender a hacer esas cosas también.— Dice nervioso.
Asiento —Ser padre no es solo venir de visita y traerle regalos. Si quieres ser padre te toca aprender muchas otras cosas también.— Explico de una manera un poco más tajante. —Ahora ve que de verdad en un rato me voy.— Le repito y sin decirle una sola palabra más me voy a mi cuarto.
Por alguna razón siento la necesidad de cerrar mi puerta con llave. No sé si es que la cercanía de Michael me da miedo, o es que no termino de confiar en él. Lo único que sé es que no quiero que se le ocurra entrar a mi habitación.