Entro a la casa con una sensación ya conocida en la boca del estómago. Nervios. Incertidumbre. Miles de pensamientos y vivencias me vienen a la mente. No es la primera vez que Aiden me acompaña a casa, ya perdí la cuenta. Pero es inevitable, como siempre, recordar aquella primera vez, tan distinta en comodidad con las que le siguieron. Aquella vez fue simple, pero genial. Muy diferente a esta última, tan llena de amargo resentimiento y culpabilidad. Por más que intento, no dejo de revivir mis momentos junto a él; pero siempre son los buenos, aquellos que me recuerdan lo ingenua que fui. Me hacen querer arrepentirme de haber realizado aquel viaje; pero la realidad es que nunca lo hago. El motivo, aún está por verse; sin embargo, mientras los recuerdos vuelven a presentarse, intensos y