Capítulo cincuenta-ocho

1115 Palabras

El orgullo de la diosa era grande—No voy a doblegarme ante un niño como tú—por eso jamás suplicaría ella. —Pero este niño te doblegó en el instante en que ganó y seguirá ganando en el momento en que te haga querer "desaparecer"—expresó Jordán con la mirada vacía—además todavía no viene lo peor querida abuela. Durante las próximas 5 horas Jordán le dio latigazos como inicio de sus pecados, la sangre en aquel lugar era lo que más le fascinaba a él pequeño, las expresiones de la diosa era lo que él más amaba ver en ese momento. —Muéstrame más, muchas más expresiones abuela—le grito mientras sacaba un Fierro ardiendo y se lo pego en la espalda, el Fierro quemó el cuerpo de ella y ella solo intento reprimir su grito pero cuando no pudo soportar el ardor las lágrimas comenzaron a deslizarse p

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