Mark Wilson. —Lo siento. —Es todo lo que se me ocurre decir con el dolor palpitante que tengo. —Lo siento mucho, Señora. Todo esto es por mi culpa. —No se preocupe. Tiago tiene un animal adentro que deja fluir cuando se trata de su hermana. —No me refiero a eso solamente, sino a Amber. Ella me debe estar odiando y tiene toda la razón del mundo. —¿Está seguro que hablamos de la misma persona? —a pesar de lo incómodo que me siento con la venda en la nariz y mi labio partido, la miro. —No me parece que estés hablando de mi Amber, mi Doctora Sonrisa. —No entiendo. —Quiero hacerle una pregunta, Señor Wilson y quiero que sea muy sincero conmigo —asiento. —¿Conoce realmente a mi hija? —Si —carraspeo. —Creo. —Pues parece que no —la miro con el ceño fruncido. —Si la conociera realmente no