Amber Boh. —No debí comer todo eso —digo frotando mi estómago al recordar todo lo que había desayunado, esta vez mi mamá se pasó con la comida, todo estaba absolutamente delicioso y era imposible parar de comer. —Un día de estos vas a ligar un empacho bien duro, amiga —Vivi quien se está alistando para salir de su guardia, se burla. —No sé cómo no engordas con todo lo que tragas, si yo fuera tú, ya sería como una bola de demolición. Eso nos hace reír como hienas locas nuevamente, es cierto, puedo comer cualquier cosa y nunca subo de peso, es un don que Dios me dio, claro, además de otras cosas. Me tapo la boca para que algún paciente en el pasillo no nos oiga, pero es imposible parar. A esta hora generalmente el movimiento del hospital es incesante, y al ser lunes es peor aún. Todav