(Narra Bree Mond) ― No puede ser…― Fue lo que dije en cuanto me topé con todos esos olores, en especial aquel olor extraño al que yo siempre identifiqué como el de un perro. Todas las personas del lugar lo tenían, un olor similar entre todos pero al mismo tiempo diferente. Annie saludó a todos e incluso el abuelo entabló conversación con alguien más. Todos ahí parecían conocerse y llevarse de maravilla. La única extraña era yo, pero todos habían sido amables y no me miraban más de lo necesario. Luego de unos cuantos minutos, la multitud le abrió paso a una persona. ― Hola alfa, Annie. ― La saludó un señor ya muy mayor y diminuto. Iba acompañado de un hombre de mediana edad que llevaba un parche en la cara. ― Hola, señor Crane. Por favor no me diga así…― Dijo apenada y bajando la mirad