Sophia iniciaría su primer día laboral así que llevo a su pequeño hijo al jardín de infantes, le dolía dejarlo allí, después de todo, toda madre tiene un instinto protector con sus hijos... ¡Nadie lo cuidaría mejor que ella! A Ian tampoco le gustaba ir al jardín de infantes, era un niño cariñoso pero al mismo tiempo era distante y selectivo, lo cual para Sophia no era malo, pero sus maestras querían hacer de él un niño sociable, como su madre prefería que desde niño aprendiera a seleccionar las buenas amistades, pero él estaba a cargo de sus maestras y allí eran ellas quiénes lo educaban.
Se despidió dándole un beso en la frente a Ian, sus mejillas regordetas y su cabello n***o y lacio lo hacían ver adorable.
— Nos vemos luego, mi amor... Mami tiene que trabajar. — le dijo con ternura, Ian la miró con sus bonitos ojos negros, como si entendiera a la perfección lo que ella intentaba decirle, apenas y empezaba a hablar. Ella creía que debía ser muy difícil para él, pues Enzo se fue sin decir tan siquiera a donde iba, se negó a hacerse cargo de Ian, ni siquiera le importaba verlo, tan siquiera por las emociones del pequeño niño, pero... ¿Qué importaba? Ella podía salir adelante sola con su hijo, Enzo no era más que un imbécil que no había valorado el amor de su propio hijo, solo porque no se parecía a él. Sophia frunció el ceño y acarició el rostro de su hijo. — dale un besito a mamá. — puso su mejilla cerca de él, Ian le dio un pequeño beso y ella se levantó, la maestra lo tomo de su manita y se lo llevó con ella, no parecía triste, pero claramente estaba desconcertado, Sophia suspiro fuertemente y miro al cielo, ahora era madre soltera, debía cargar con todas esas emociones y responsabilidades.
Camino para llegar a la parada del autobús, su auto se había averiado y lo había llevado al mecánico, su amiga no trabajaría ese día, mala suerte para ella, aunque al menos podría pasar por ella y llevarla al banco de muestras, donde la habían inseminado, así sabría realmente si lo que aseguraba Enzo era verdad.
Tomo el autobús con una amarga sonrisa, su vida había cambiado de la noche a la mañana, pero no sé arrepentía para nada de haber tenido a su hijo, sus padres no eran millonarios, pero bien que podrían haber tan siquiera ido a visitar a Ian una sola vez, el problema siempre fue Enzo, sus padres lo detestaban, y ahora no tenían idea de que ella y él se habían separado, seguramente festejarían que su hija al final había abierto los ojos. Si se enterarán de lo que realmente sucedió, estarían más que indignados. Al menos vendrían a visitar a Ian, él aún no conocía a sus abuelos.
Se bajó en la parada más cercana a industrias Campbell, aún tenía veinte minutos, así que no se apresuró, su ropa podría arruinarse, su teléfono celular sonó en ese momento, se trataba de su amiga Ana que llamaba seguramente para contarle lo que había averiguado.
— ¿Hola? — contesto rápidamente mientras seguía caminando, solo estaba a dos cuadras de Industrias Campbell.
— ¿Adivina qué? — respondió Ana.
— Hablas en un tono alegre, ¿Pudiste averiguar algo? — preguntó curiosa.
— No estoy alegre, pero sí, averigüe algo... Si no estás sentada, te sugiero que lo hagas... Porque no vas a poder creer de lo que me enteré. — le advirtió Ana.
— No deberías bromear, me está matando la intriga... ¡Quiero saber si Enzo tenía razón! — exigió.
— Bueno, tú lo pediste. — se excusó su amiga. — me dieron un listado, son las personas que vinieron a dejar una muestra de tú sabes qué... ese día. — susurro. — bien... Las personas de esta lista no han sacado sus muestras, a excepción de ti y de una mujer llamada Leonor Moore, según me enteré... — hizo una pausa dramática, Sophia zapateaba ansiosa. — deberías sentarte, amiga. — sugirió nuevamente.
— No. Así está bien. Ya dime, ¿Qué te dijeron? — preguntó fastidiada.
— Que amargada eres. Bueno, esa mujer era la pareja de tu ahora jefe... Alejandro Campbell es el dueño de la e*****a que supuestamente se insemino ese día la mujer está. — dijo Ana. Sophia arrugo la nariz, encajaba las palabras de su amiga como un rompecabezas en su mente.
— ¿Supuestamente? — preguntó nerviosa.
— Si amiga. ¿Te sentaste? — Sophia negó con la cabeza, inconsciente de el hecho de que su mejor amiga no la estaba viendo. — bueno, no importa... Digo supuestamente porqué no se insemino con la muestra de él, lo hizo con la muestra de Enzo. — Sophia sintió un mareo y guardo silencio, vio como todo le daba vuelta. — imagino que ese silencio es porque lo entendiste todo a la perfección... El padre de tu hijo es Alejandro Campbell. — de repente Sophia sintió como el aire de su entorno se volvía más pesado y más difícil de respirar. — amiga, calma, hay un 90 % de probabilidad... En fin, creo que solo lo estoy empeorando, es más que lógico, la chica de recepción me lo confirmó, son los únicos casos registrados con ese problema, sería mucha casualidad... Además... — Ana guardo silencio por un segundo. — ¿Estás ahí? — preguntó preocupada.
Sophia suspiro y asintió inconsciente. Volvió a respirar fuertemente antes de contestar.
— Aquí estoy, dame un segundo... Iré a sentarme. — camino hasta una cafetería, se sentó en la plazoleta y espero a que se acercará un mesero. — buenos días, dame un café, sin dulce, por favor. — pidió. El joven apunto su pedido y asintió para luego marcharse en busca de su café. — ya estoy sentada. — le informó a su amiga.
— Y veo que pediste un café cargado. — dijo Ana.
— Si así es... Entonces... Solo queda hablar con él. — dijo ella resignada.
— Y no sé cómo lo harás, mantener una conversación con él es casi imposible, a menos que se trate de negocios... — comento Ana.
— Además de intimidante. — continuó Sophia. Sophia soltó un leve suspiro y se masajeo el tabique.
— Bien... Lo que yo te sugiero es que empieces por averiguar si en realidad es el verdadero padre de Ian, antes de decírselo... Claramente Enzo no es el padre, no lo digo solo por sus rasgo, que obviamente no se parecen en nada, no se si tienes buena suerte o más bien mala, te libraste de un idiota pero te toca lidiar con un egocéntrico magnate. No se que es peor, amiga. — comento Ana, Sophia se despeino el cabello, irritada.
— Tampoco yo. Aunque preferiría decírselo directamente y salir de todo esto, que hagamos una prueba y ver si es verdad que fui inseminada con su... Bueno, por él. — suspiro.
— Hagamos algo, tomate tu tiempo, conoce al señor Alejandro y luego mira si le puedes contar todo... — Sophia se encogió de hombros resignada.
La alarma de su reloj sonó dándole a entender que estaba sobre el tiempo para llegar al trabajo, incluso ya iba tarde.
— Ana, debo irme... Ya se me esta haciendo tarde. Hablaremos de esto por la noche. — le dijo a su mejor amiga, dando por finalizada su llamada.
— Bueno, nos vemos en casa, cuídate mucho. — le respondió Ana antes de finalizar la llamada.
Sophia, aún trastocada por el tema se levantó y camino apresuradamente hasta la entrada de Industrias Campbell. una sensación extraña la invadió, era como si alguien la siguiera y la observará constantemente, incluso desde que salió de su casa, pero ella había preferido pensar que se trataba de sus nervios, giro su cabeza para ver si había alguien detrás o si solo se trataba de su cabeza jugando con ella a causa de sus nervios, no había nadie detrás, los transeúntes pasaban por su lado enfocados en sus propios asuntos, nadie la miraba específicamente a ella, un hombre de traje miraba su teléfono celular, caminaba lento, tal vez por precaución, apenas y miraba a sus costados, él no podía estar enfocado en ella, sus nervios la estaban traicionando.
Al llegar al puesto que le correspondía ya la esperaba la secretaria que estaba cuando dio su entrevista.
— Buenos días señorita, avisare al señor Campbell de su llegada. De todos modos debe saber que usted ya esta aquí para reemplazarme. — se acercó al teléfono y marco con el indicativo a la oficina de Alejandro Campbell, a Sophia le dio un escalofrío de solo recordar su nombre. — señor Campbell, su nueva secretaria esta aquí. Sí, bien... Claro que sí. — respondió rápidamente antes de dejar el teléfono en su sitio y girarse hasta Sophia. — señorita, puede dejar sus cosas aquí y seguir hasta la oficina del señor Campbell. — le indicó señalando su escritorio, Sophia dejo su bolso allí, pero llevo con ella su celular y una pequeña libreta de notas. — ¿Llevará eso? — le pregunto la chica mientras caminaba en dirección a la oficina de Alejandro, ella asintió con un gesto inocente. — le recomiendo que lo guarde y que todo lo que diga el jefe lo guarde aquí. — señaló su cabeza mientras la miraba levemente. Sophia paso saliva y asintió.
— ¿El señor Campbell prefiere que me grabe las cosas y no que tome nota? — pregunto nerviosa, la secretaria asintió con la cabeza mientras agarraba el pomo de la puerta en su mano.
— La despediría de inmediato si no es capaz de grabarse cada una de sus peticiones en mente. Así que si quiere conservar su trabajo, no tome notas. — advirtió al tiempo que abría la puerta.
Sophia escondió la libreta detrás de su espalda de inmediato, el señor Campbell estaba allí, detrás de su escritorio, enfocado en un par de documentos, apenas y levantó la vista cuando las vio, la secretaria le señaló el sofá en el cuál Sophia había presentado su entrevista, "Puede sentarse, la atenderá cuando tenga el tiempo" le susurro la chica antes de marcharse, Sophia se sentó en el sofá para no incomodar a su nuevo jefe. Alejandro firmó un par de documentos y los hizo a un lado para luego firmar otro par más, un rato más tarde mientras Sophia zapateaba contra el piso inconscientemente, Alejandro se levantó dejándole ver su imponente estatura, estiró su traje hecho a la medida y se giro hacía ella, quien ya estaba de pie.
— Buenos días, señor Campbell, ¿Cómo está hoy? — pregunto ella admirando su atractivo rostro con disimuló, ahora que lo miraba mucho mejor.
— Buen día, señorita. Estaba muy bien, hasta que empezó a hacer ese ruido infernal que no me permitió concentrarme en mi trabajo. — dijo él al tiempo que señalaba los pies de Sophia, ella sonrió un tanto incomoda, no sabía que debía hacer ante su mirada intimidante.
— Lo siento mucho señor Campbell, su secretaria dijo que podía quedarme y esperar a que usted me dijera que debía hacer. — él suspiro fastidiado y asintió sin más remedio.
— Bien. — dijo resignado Alejandro mientras se daba la vuelta y buscaba una carpeta en especifico, tomo un folder y lo llevó de vuelta hasta Sophia, ella lo tomó en sus manos un tanto confundida. — aquí tiene indicaciones precisas de lo que debe hacer, lo que me gusta y me disgusta, para que pueda conservar su trabajo y no deba buscarle un reemplazo la semana siguiente. — dijo él con gesto serio, Sophia miró el rostro de él, no podía ser tan irritante, prepotente y malvado, si fuese una historia, seguramente él sería el villano.
— No se preocupe señor, lo leeré y lo seguiré al pie de la letra. — aseguró ella. — ¿Necesita algo más? — él se quedó mirándola, pensativo.
— Si, traiga dos cafés... — le ordeno. Ella frunció el ceño confundida. ¿Quién más tomaría café? — uno cargado y sin dulce, el otro lo puede traer a su gusto. — ella abrió levemente los ojos, sorprendida y asintió.
— Si señor, no tardo. — aseguró antes de salir rápidamente de la oficina de su nuevo jefe, mientras caminaba al piso donde se encontraba la cafetería se quedo pensando un poco en lo que su mejor amiga había podido averiguar sobre el verdadero padre de su hijo, si de verdad el señor Campbell era el padre de su hijo, no sabría que hacer, si estar frente a él le causaba escalofríos, no imaginaba como se pondría tan solo con intentar contarle la verdad, si cada vez que lo veía a la cara podía ver el rostro de su hijo en él.
Sophia llegó con los cafés a la oficina del señor Campbell y dejo silenciosamente la bandeja sobre la mesa de centro, él se levantó de su asiento y ella temió haberlo molestado.
— No quería molestarlo, aquí deje sus cafés... — él se acercó y tomó la taza sin la cuchara, que suponía era el suyo.
— Muchas gracias, puede tomarse el otro usted. — ella lo miró levemente sorprendida, no se lo esperaba. Él la miró y medio sonrió al notar el desconcierto de Sophia. — no me gusta beber alcohol, así que esperaba que pudiera brindar conmigo por esta nueva etapa, con café, si eso no le molesta. — ella negó rápidamente con la cabeza.
— No, claro que no. No me molesta. — aseguró ella mientras anotaba un punto bueno en su cabeza, sobre el padre de su hijo. "No le gusta beber alcohol" Agarro la taza y brindaron con leves sonrisas, bebieron el café y ella se llevo la bandeja con las tazas vacías, tenía mucho trabajo por hacer.