La vida de Alejandro Campbell no había sido fácil, había tenido que madurar desde muy joven, su madre fue su niñera y sus padres sus primeros socios, puesto que nunca los vio como sus padres, ya que no estuvieron en ningún momento de su vida. Hoy, caminaba de la mano de su esposa Sophia, ahora Campbell, y su hijo Ian, la pequeña Carla en sus brazos aplaudía feliz, era su primer día en la guardería de la empresa. Sophia estaba más nerviosa que aquella vez cuando dejó a Ian allí, sentía la necesidad de cuidar mucho más de la pequeña Carla, Alejandro se fijó en su gesto preocupado y sonrió. — ¿Quién se atrevería a dañar a mi hija? Confío en que tengo el mejor personal, y se que nuestra hija estará en buenas manos. — dijo intentando apaciguar los pensamientos de su esposa. Al llegar, b
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