An disfrutaba de los besos que Jeremy dejaba en su cuello, se sentía tan maravillada que tenía ganas de pedirle que no se fuera. Llevó sus manos a la camisa de Jeremy y él la sujetó y la recostó en aquel sofá, se apresuró a quitarse la camisa y An respiró hondo, de pronto sentía muchas ganas de volver a repetir lo de anoche. Era cierto lo que sus amigas decían, una vez que pruebas el placer del sexo, se vuelve adictivo. Y su cuerpo se lo demostraba, sintiendo ese deseo y ese calor que la dominaban, y la hacían sacar ese lado primitivo y exigente. No tardaron mucho en quitarse las prendas que les estorbaban, y un gemido salió de An al sentir como Jeremy entraba en ella con lentitud. —¿Estas bien?. —Si. Él continuó y cerró los ojos al sentir un escalofrío placentero qué lo invadía, s