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1365 Palabras
30 de junio 2015 (Sexto mes de gestación) Alessandro Ha pasado un mes desde la última vez que vi a mi princesa, Lizabeth ha estado de un humor demasiado cambiante, hay días en los que me ignora por completo, hay otros que no deja de hablarme y no es cosa que deba molestarme, sin embargo me molesta ya que sólo lo hace para ofenderme. Después de que llegó de con Selene lo hizo más tranquila, no pude decirle que me quedé sin trabajo, no quería llegar a una discusión. Las cosas entre nosotros no van del todo bien, tuvimos que mudarnos a casa de mi madre ya que sin dinero me era imposible seguir pagando el alquiler de nuestra pequeña casa. Ahora me encuentro en un dilema, ella ha decidido irse lo que resta del embarazo con su amiga, y comenzó una fría guerra sólo porque me negué a aceptarlo. -No me puedes negar la oportunidad de divertirme Alessandro. -Lizabeth, debes pensar en nuestra bebé, no puedes irte al caribe a tres meses de que nazca. -trataba de hacerla entender. -¿Por qué no? -Mi madre dijo que... -Tu madre, ya estoy harta de tu madre Alessandro, mi madre dijo esto, mi madre dijo lo otro, mi madre, mi madre.... ¿es lo unico qué sabes decir? -grita molesta. -Ella nos esta ayudando mucho Lizabeth, cosa que tu madre no hace, mi madre bien puede desentenderse de ti y tu salud, pero no lo hace, en cambio tu madre, días de spa, tardes de club y noches de cenas benéficas, y nunca tiene tiempo para ti. -Es diferente, mi madre es una persona importante y ocupada.  -dijo indiferente. -Mi madre también es importante y no del mismo modo de tu madre, Lizabeth, también tiene cosas que hacer, y ella deja de hacerlas por ti, por procurarte. -Genial, hagámosle un altar a santa Jimena la mártir. -No te pido que le hagas un altar, quiero que la respetes, y no te lo estoy pidiendo, te lo exijo, mi madre tolera tus berrinches de niña caprichosa por mi hija, pero eso no te da derecho a faltarle por amor de dios. ¿Esta claro? -Si clarísimo, te podrías evitar esto si no me hubieras traido aquí. -Tuvimos que hacerlo. -¿Por qué? La pocilga aquélla era por lo menos tranquila sin la metiche de tu madre. -Vinimos aquí por mi hija Lizabeth, era lo mejor para ambas, mi madre es enfermera y sabe cuidarte, además siendo tu primer embarazo puede adelantarse. -Pues espero que así sea, ya no lo tolero Alessandro, estoy cansada, cuento los malditos días para que esta... cosa nazca. -No te refieras así a nuestra hija, es tu hija también, debes amarla. -Pues no, lo siento, no puedo amar a eso que arruina mi vida día con dia, no la quiero. -dijo con rabia. -Entonces no me quieres a mí. -Claro que te quiero Alessandro, sino, no estuviera aquí sufriendo en esta miseria, a ella es a la que no la tolero, no la quiero, podemos darla en adopción y empezar de nuevo, podrías trabajar con mi padre y darme la vida que merezco, piénsalo, esta carga sólo nos truncara la vida, hay parejas que no tienen hijos y pagarían mucho dinero por ella. Las palabras de Lizabeth ensordecieron mis oídos, ¿Cómo era posible que estuviera pensando en vender a nuestra hija? En ese momento algo de mi explotó, eso no era comportamiento hormonal, Lizabeth no quería a nuestra hija. -¿Estás loca? ¿Acaso has perdido el puto juicio Lizabeth? ¿Estás escuchando lo que hablas? Dios yo... esto es una estupidez, es, inconcebible que quieras vender a nuestra hija. -No sería la primera ni la última Alessandro. -dijo serenamente. Suspiro frustrado, enojado, esta mujer esta loca, ¿es más grande su ambición e interés qué su propia hija? -Debo irme -anuncio. -Alex, ¿no te vas a despedir? Camino hacia ella y me arrodillo, beso tiernamente su crecido vientre y me despido de mi princesa. -Hasta en la noche pequeña.  Adiós Lizabeth. Camino hacia la puerta y salgo de casa de mi madre, no me preocupa dejar sola a Lizabeth, mi madre no tardará en llegar. Debo ir a la mina, es el mejor empleo que pude conseguir, pagan muy bien y el horario es flexible, ya no tengo que trabajar en un segundo empleo ya que este me da ingresos mayores a los de mis antiguos empleos, ¿Excelente no? No del todo, si bien el sueldo es magnífico hay riesgos sumamente inevitables, la mina puede caer sobre nosotros y morir asfixiados, pero aún asi no me importa, entro con miedo y rezo para salir de esta y poder llegar con el amor de mi vida, mi bebé. Todos los riesgos los asumo por ella, aunque anhelo verla nacer también deseo darle lo mejor.                      Lizabeth Alessandro se va dejándome con un simple -adiós Lizabeth- idiota, me ha dejado claro que quiere más a esta estúpida mocosa que a mí, subo a mi habitación por decirle así ya que es un estúpido cuarto sin nada más que una miserable cama y un ropero del año del caldo. Saco algo de ropa para poder darme una ducha, por lo menos aquí hay una. Me desvisto y no puedo evitar verme en el espejo, estoy gorda, una linea extraña corta mi perfecta piel, mi cara esta inflada y que decir de mis pies, explotare por culpa de este tonto embarazo. Paso mi mano por la g****a que hay junto a mi ombligo y siento como esa cosa se mueve dentro de mí, siento extraño, me dan náuseas al sentirlo, no lo había hecho. Vuelvo a pasar mi mano por el vientre y percibo de nuevo ese movimiento que siento que me hará vomitar. -Ojalá pudiera quererte pero no puedo, te odio, no me gusta que vivas en mí, si pudieras mirar en la porquería de cuerpo que tengo ahora, me has deformado. Los movimientos cesaron, y lo agradecí, me metí a la ducha y me relaje, anhelaba que esto terminará ya, ya no podría seguir con esto, estoy cansada, si tan solo pudiera hacer algo para hacerte nacer ahora, todo sería mejor. Me envuelvo en una toalla y camino hacía el cuarto, me seco completamente, me coloco una blusa simple y un pantalón de chándal, me coloco mis pantuflas y bajo a la sala, me siento en ese pequeño sofá y miro por la ventana, no puedo evitar ver a una mujer mayor en su jardín de macetas, salgo y le ofrezco mi ayuda. -¿Necesita que le ayude a algo? La señora me mira y niega con la cabeza. -Así en tu estado, no sería conveniente, podrías lastimar al bebé. -¿Por cargar una pequeña maceta? -Sí, el esfuerzo puede inducirte el parto prematuro, podrías lastimar a tu bebé. -Ah. -En mis tiempos no se nos permitía cargar cosas pesadas, ni hacer ejercicio, o andar en ese tipo de trotes, no lo hagas si quieres que tu bebé este sanito. -Ya veo, bueno gracias por la... información. Me meto de nuevo a casa y veo a mi alrededor, frunso los labios y pienso por un momento. Subo de nuevo a la habitación y veo el panorama. -Creo que mi habitación necesita un reacomodo, me pregunto ¿cuán pesado es ese ropero? Arrastro el pesado mueble hacia un lado de la puerta, el esfuerzo hace que comience a sudar, muevo la cama hacia donde estaba el otro mueble, no me convence, muevo de nuevo la cama a su lugar de origen y el ropero también, ahora se siento algo cansada y enfadada, me recuesto en la cama y me dispongo a dormir. El sonido de la puerta me despierta de mi relajado sueño, me levanto refunfuñando y abro la puerta molesta, la madre de Alessandro esta afuera. -Lo siento, no queria despertarte, pero deben comer -dice serena. -Gracias pero no tengo hambre. -Debes comer no por ti, por mi nieta. Jimena camina bajando las escaleras y le seguí. -Usted no es nadie para decirme que hacer. -dije mientras bajaba furiosa. -No lo hago por ti niña, lo hago por mi nieta. -Convencere a Alessandro de irnos de aquí para que nunca vea a su nieta ni a su hijo, vieja meti...  Llevo las manos a mi vientre gracias a un dolor punzante, siento un tibio liquido entre mis piernas, en donde la mirada de Jimena estaba clavada, estaba aterrada. -Estas, estas sangrando. -susurra Toqué mi entre pierna y pude ver mi mano llena de sangre, en ese momento sentí tantas cosas juntas, miedo, angustia, desesperación, remordimiento. Había logrado mi cometido, la maté.
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