El pánico se apoderó del rostro de Luisa.
—Oh, Dios, si tienes razón, debo advertirle a Anisa de inmediato, ella tiene que saber que Clark es peligroso.
Al notar cómo su respiración se volvía superficial, Alden le tomó suavemente el rostro entre las manos.
—Hey, hey… respira, Luisa, está bien —la calmó con voz suave.
Luisa asintió y siguió su consejo, inhalando profundamente para apaciguar sus nervios, pero la ansiedad seguía latente.
—No puedo creer esto —murmuró—. He estado impulsando a Anisa hacia Clark porque pensaba que era un buen tipo, creía que la haría feliz. Oh, Dios, tengo que hacer que cambie de opinión.
—Lo harás —la tranquilizó Alden, con voz firme—. Pero primero, cálmate, podríamos estar enfrentándonos a algo mucho más grande de lo que imaginamos con Clark y necesitamo
