Karoll apretaba el volante con fuerza mientras conducía con la frustración creciendo con cada milla recorrida, habían pasado tres días desde la última vez que su madre la había llamado.
Desde el día en que le dijo que no quería tener nada que ver con ella, la mujer la llamaba al menos dos veces al día, pero ahora habían pasado tres días sin una sola llamada, y eso le estaba destrozando los nervios a Karoll.
¿Ya se había rendido? Karoll no iba a permitirlo, ni muerta.
En ese momento, iba camino a la casa de su madre, pero no con intención de reconciliarse, ella solo quería recordarle su traición y obligarla a suplicar por su cariño otra vez.
Al llegar a la reja, frunció el ceño, la reja no se abrió como siempre, ella esperó un momento, impacientándose, y luego tocó la bocina.
Pero nada
