ANASTASIA El aire de noviembre es frío, y el cielo está cubierto de nubes grises que amenazan con lluvia. Estoy en el coche, con las manos apretando el volante mientras espero en el tráfico, de vuelta de recoger a Lily del colegio. Ella está en el asiento trasero, cantando una canción de la radio, y su voz chillona me saca una sonrisa a pesar de que estoy agotada. El trabajo en la cafetería hoy ha sido un caos, Marta y yo todavía parece que estamos aprendiendo a llevar las riendas del negocio a solas. Entre pedidos equivocados, un proveedor que se retrasó y un cliente que casi arma un escándalo por un café frío, lo único que quiero ahora es meterme en casa, ponerme una sudadera de Leo y dejar que el mundo se detenga por un rato. Mi teléfono vibra en el salpicadero cuando aparco en casa y