Últimamente tenía tantas cosas en la cabeza que hasta había descuidado a mi compañera, Luna estaba siempre apoyándome, aunque ella fuese algo extrovertida y curiosa, se mantenía en silencio, sabía que estaba mal pero agradecía que me comprendiera sin preguntar demasiado. Hacia lo único que me quitaba tanto peso de encima, dibujar, mi escape de la realidad. Tormenta y Aylín se mantenían fuera del castillo, aún así “cuidaban” de mí. Dos pequeños golpes en mi puerta resonaron en mis oídos. — Siga. — grite lo más alto posible para que quien tocará la puerta me escuchará. Luna entro en mi habitación con una sonrisa en sus labios, por alguna razón también sonreí, amaba verla sonreír. Se sentó en el sofá que permanecía al lado de mi estantería de dibujos. — Tu hermana está bien, es