Lo primero que me pasa por la cabeza es que no puedo hacer nada para avisar a mis guardias de la presencia de este indeseable ser que lo único que hace es causarme asco y arrepentimiento. Lo segundo que pienso es que debo usar mi móvil antes de que él se me acerque, necesito actuar. —Hola, qué sorpresa verte aquí —saludo, lo más casual que puedo, tratando de disimular lo que su cercanía me provoca. Ignoro que el tipo es un psicópata obsesionado que de seguro me siguió hasta aquí porque quiere algo de mí. Me digo que, a pesar del miedo que siento me atraviesa todo el cuerpo, tengo que mostrarme segura de mí misma, que él no me afecta y que no tiene poder sobre mí. Ya no más. Con una media sonrisa que me cuesta demasiado mostrar, actúo lo más calmada posible. Sostengo el móvil con fuer