Tengo un tic en el ojo porque estoy nerviosa. Vamos empate. Las animadoras cantan y gritan por el equipo. Todos estamos deseando que marque en estos últimos minutos. Si perdemos, estamos descalificados.
— ¡Eric, por el amor de Dios! —Me agarro a su brazo.
— ¡Vamos, Notre Dame! —Grita mi amigo.
Ethan sostiene el balón y corre por el campo. Todos estamos de pie, viendo como el capitán esquiva a los chicos que se acercan y se tira a la zona de puntación. Grito junto a todo el mundo y abrazo a Eric con fuerza. Seguimos en la liga.
— ¡Ethan te quiero! —Grita Eric haciéndome reír con fuerza.
— ¡Esto se merece celebración!
— ¡Si aguantamos dos minutos sin que marque el otro equipo, por supuesto!
Y sucede. Ganamos. Las animadoras levantan sus pompones y van a celebrar con el equipo mientras nosotros lo hacemos en las gradas. Bajamos y sé que vamos a ir a celebrar con el equipo. No nos han invitado, pero vamos a ir.
— ¡Por poco! Creo que estaba a punto de un infarto.
— Un infarto me va a dar a mí esta noche por la cerveza —río.
— Que borracha eres —ríe mi amigo.
— ¡Chicas! —muevo mi mano llamando la atención de Elsa y Julie— ¿Dónde vais?
— Nos vamos a casa —dice Julie agarrando la mano de su novia—. Queremos… tranquilidad, además Heidi tampoco va a estar —mira con picardía a su novia.
— Me dan envidia —murmura Eric.
— ¿Heidi no va a estar? —Alzo mi ceja izquierda y Julie niega con la cabeza.
— Ha quedado con ya sabes quién.
Mi amigo y yo nos miramos inmediatamente y después miramos a las chicas, que se encogen de hombros a la vez. Tienen que dejar de hacer eso. Se despiden y espero a mi hermano fuera de los vestuarios. Ni siquiera vemos a Heidi aparecer, pero si vemos a Lucy y su pelo rojo. Tiene una sonrisa en su rostro y luce un poco cansada.
— Hola Lucy —la saludo—. ¿Vendrás a celebrar la victoria?
— Oh, lo dudo —se cuelga su bolso—. No conozco a nadie y será un poco incómodo.
— Siempre puedes venir con nosotros —Eric nos señala—. Somos como Bonnie y Clyde.
— ¿Criminales enamorados? —Sonríe Lucy cuando hace su pregunta.
— Más bien… inseparables —Eric le guiña un ojo.
— Anímate, lo pasaremos bien —miro hacia la puerta del vestuario cuando los chicos empiezan a salir.
— Eso, y así me ayudas a cargar con Paris cuando no pueda ni caminar de lo borracha que esté.
— Deja de darme mala imagen —golpeo su brazo.
Veo salir a Ethan y me acerco para colgarme de su brazo. Él mira hacia mí, un poco extrañado y sus labios se curvan en una sonrisa. Su pelo está aún mojado, pero se ha encargado de echarse gomina para que quede perfecto.
— Has sido el salvador de la noche.
— He tenido suerte.
— ¡Ha sido impresionante!
— ¡Como siempre! — Se ríe— Ni que fuera la primera vez que marco puntos, Paris.
— Pero hoy ha sido emocionante, estábamos todos a punto de tirarnos de los pelos. Incluso el profesor que da clase a Connor.
— ¿El que es calvo?
— ¡El mismo!
Me separo de Ethan cuando van a felicitarlo y miro hacia atrás para ver que Eric, Connor y Lucy se acercan a mí. Le sonrío a mi hermano y este alza sus cejas en modo de saludo.
— Imagino que venís con nosotros —dice.
— ¿Es que no estamos invitados? ¡Debemos tener pase de honor! —Me río.
— ¿Pase de honor? —Sonríe y mueve su cabeza de lado a lado— Venga, vámonos.
Le sonrío y agarro a Lucy del brazo para que no salga corriendo, que es seguramente lo que quiere hacer.
La fiesta es en casa de uno de los jugadores del equipo. Lo que no sé es cómo consiguen tener el fin de semana libre sin sus padres, es decir, mi madre nunca se mueve de casa y seguramente nunca me dejaría hacer una fiesta. Admito que si no tienes dinero para contratar un servicio de limpieza al día siguiente, es bastante jodido. Es más, seguramente no haría una fiesta si tuviese que limpiar sola al día siguiente.
Los tres tenemos un vaso con alcohol dentro y nos encargamos de hacerle un cuestionario personal completo a Lucy, que se va animando cuando el alcohol empieza a entrar en su organismo.
— Supongo que nunca pensé que acabaría aquí —dice la chica de pelo rojo—. Pero el destino… —se encoge de hombros y sonríe.
— Bueno, estás muy lejos de tu familia. ¿No los echas de menos? —Pregunta Eric.
— La comida de mi madre es lo que más echo de menos.
— Yo también —admito—. Incluso a mis hermanos armando jaleo de un lado a otro.
— ¿Cuántos hermanos tienes? —Pregunta.
— Contando a Connor, cuatro.
— Familia numerosa.
— Sus hermanos son los mejores —apunta Eric—. Sobre todo Connor, claro, hemos visto que ya te has fijado en él.
Y ahí va, Eric de la tormenta. Arrasando con su indiscreción por dónde pasa, poniendo a la gente incómoda con sus preguntas. Sincero, sin pelos en la lengua, decidido.
Las mejillas de Lucy se ponen como su pelo y alzo una ceja en dirección a mi amigo. A la chica le gusta Connor y es lo más normal del mundo. La verdad es que los chicos del equipo tienen la admiración de la mayoría de las chicas. Deportistas, buenas calificaciones, simpáticos… todo lo que una chica quiere, o bueno, más o menos.
— Connor no me gusta —carraspea.
— Que te guste Connor no es nada malo —dice mi amigo—. Es guapo, fuerte, interesante, está soltero, es inteligente y...
— Tiene una hermana genial —me señalo.
— Omitamos eso —Eric pone su mano en mi cara y me empuja.
— ¡Oye! Yo soy lo mejor que tiene Connor.
— No te creas —le dice a Lucy—. Además, sus hermanos gemelos son unos auténticos bichos.
Suelto una carcajada porque tiene razón. La primera y última vez que Eric se quedó en casa, mis hermanos entraron en la habitación y le pintaron la cara con rotulador mientras dormía.
— Son niños.
— Niños traviesos —Eric hace una mueca—. Me pintaron la cara con rotulador mientras dormía.
Me río a carcajadas porque no puedo evitar acordarme de la cara de Eric cuando se vio. Mi madre había intentado quitar el rotulador con una toallita mientras yo me reía sentada en el suelo del baño.
Unas manos se ponen en mi cintura y me giro para ver al número 22 del equipo. Su tez morena es resaltada por una camisa blanca y tiene una gran dentadura reluciente. Es más alto que yo y su cuerpo musculoso es el doble que el mío.
— Paris Duch, ¿bailas conmigo?
— ¡Claro que puede bailar! —Eric me empuja y mi espalda choca con el torso de ese chico.
Me giro y él coge mi mano para llevarme a la pista de baile, si es que le podíamos llamar a ese espacio reducido así. La gente baila pegada, con sus vasos en la mano, sin importar que el líquido caiga al suelo. El DJ —un chico que comparte clase conmigo— pincha una canción que desconozco.
— ¿Te ha dado permiso el quarterback? —Pregunto.
— El quarterback debería relajarse un poco, ¿no crees?
— Eso creo.
Me da una vuelta y me pega a su cuerpo, poniendo una de sus manos en mi cintura.
— ¿Esto se baila así? —Le pregunto riéndome.
— No lo sé, no sé bailar. ¿Puedo saber por qué estás aquí y no con el quarterback?
— No estoy siempre con mi hermano.
— Me refiero a Dave Evans. Se rumorea que estáis muy unidos.
— Eso dicen —arrugo la nariz—. Supongo que no debería estar bailando contigo entonces.
— Supongo —se encoge de hombros—, depende si es celoso o no.
Pensé que se refería a Connor. Había olvidado que estoy saliendo con Dave y todo el mundo ya lo sabe. Así que, si me apetece besar a cualquier chico en esta fiesta no puedo hacerlo por dos motivos:
1. Connor no quiere que tenga nada que ver con algún c*****o del equipo.
2. Tengo novio. Falso para mí, real para los demás.
En ese momento, Ethan aparece y pone una mano en el hombro del chico. Tiene una sonrisita en su rostro e imagino que el vaso que lleva en su mano no es el primero.
— Es mi turno, creo —y me mira.
Quiero decirle que su novia no está donde cree, que podemos ir y pillarla con las manos en la masa, o mejor dicho, en Dave.
— El guardaespaldas enviado por Connor viene a rescatar a la dama.
— Ya sabes cómo es Duch con su hermana, Travis —el moreno se encoge de hombros y Travis se separa de mí.
— Si algún día dejas al c*****o de Dave Evans y tu hermano se pierde un rato, podríamos hacer grandes cosas —Travis me guiña un ojo.
— No lo dudo, Travis.
Le devuelvo la sonrisa y Ethan lo ve irse con las cejas alzadas. Se gira y tengo ahora toda su atención. Su relación conmigo ha cambiado. No es que antes no nos lleváramos bien, pero desde que estoy saliendo con Dave, él es más cercano a mí y no sé cómo tomarme eso.
— ¿Cuánto has bebido? —Le pregunto intentando no sentirme incómoda bajo su mirada.
— No lo suficiente —sonríe de lado—. Connor si te deja bailar conmigo, ¿no?
— Dudo que Dave lo aceptase.
La gran mano de Ethan se pone alrededor de la mía y tira de mí. Esquivamos a unas cuantas personas hasta llegar a la mesa. El moreno deja el vaso en ella y se gira con una sonrisa. Pone una mano en mi cintura y el bolso que llevo molesta cuando su cuerpo se pega al mío. Coge mi mano y la alza como si fuésemos a bailar un lento, pero la canción que está sonando ni siquiera se acerca a eso. Estoy mirando su pecho, que es dónde llegan mis ojos. Levanto mi mirada y me encuentro con la suya.
— No está sonando una canción lenta.
— ¿Y qué más da? —Empieza a mover nuestras manos de arriba abajo y me río cuando damos una vuelta sobre nosotros mismos.
Ethan lleva su propio ritmo y canta la canción que está sonando, sintiéndola, moviendo su cabeza al ritmo y haciéndome reír mientras mis mejillas se ponen rojas porque nos están mirando, sobre todo Eric y Lucy.
— How long ‘til you play me the song that will make me belong to you? —Canta— One dance with my baby tonight and we’ll dance ‘til the night is through.
Se separa de mí y me da una vuelta. Él no suelta mi mano y empezamos a bailar separados, moviendo nuestros pies como si estuviésemos bailando bien. Me río la mayoría del tiempo porque veo cómo él está sumido en la canción, moviendo su cuerpo y sus pies de lado a lado.
— I want it to be you, oooh —me acerca a él de nuevo y su brazo rodea mi cintura—. Diving in to my ocean, a brand new emotion come true, ooh —Pongo mi mano en su hombro y él pega su cabeza a la mía— Don’t let this night, don´t let this night go.
Mi camiseta se ha levantado y puedo sentir varios de sus dedos en mi piel. Su tacto es caliente y envía un escalofrío por toda mi columna. Por primera vez mi corazón late con fuerza por estar tan cerca de él. Todo a mi alrededor pasa a cámara lenta, la culpabilidad por saber el secreto de Heidi me machaca, sobre todo porque yo participo en él. Quiero contárselo, me da igual que Connor sepa que vendí m*******a, me da igual que me dé una charla sobre lo que es legal y lo que no.
Suelto su mano y pongo la mía en su mejilla para que me mire. Sus ojos brillantes se encuentran con los míos y su nombre sale de entre mis labios seguido de un “tengo que contarte algo”. Él deja de moverse pero aún me sostiene, sus dedos aún sigue tocando mi piel descubierta y la música pasa a un segundo plano cuando abro la boca para decírselo.
— ¡¿Cómo está el jodido rey de la noche?! —Alguien aparece por mi izquierda y Ethan me suelta.
Su cuerpo deja de darme calor y veo como el moreno sonríe abiertamente mientras sonríe a ese chico. Está feliz. No ha dejado de sonreír en toda la noche y no es porque esté borracho, es porque ha salvado a su equipo de ser expulsado.
No puedo arruinarle la noche.
Me doy la vuelta y me alejo, buscando a Eric. Saco el móvil del bolso y lo llamo, saliendo al jardín para poder escuchar su voz al otro lado del teléfono cuando me lo coja. No lo hace. Lo llamo una y otra vez y mi amigo no responde. Miro alrededor del jardín para ver si veo la cabellera roja o a mi amigo hípster pero no hay rastro de ellos.
— Se han ido.
Me sobresalto y miro hacia mi derecha para ver a mi hermano. Lleva una camisa negra y unos jeans. Su pelo está peinado hacia arriba y no se ha afeitado en varios días. Sostiene un vaso rojo en una mano y la otra la tiene guardada en el bolsillo de su pantalón.
— ¿Se han ido?
— Sí. La chica del pelo rojo se encontraba mal.
— Lucy.
— Eso, Lucy.
— ¿Y por qué no me han avisado?
— Porque estabas muy entretenida con Ethan.
Carraspeo y miro de nuevo al jardín, donde la gente habla alrededor de la piscina, bailan, se ríen y algunos se besan o manosean, sabiendo que a la mañana siguiente no van a acordarse de nada.
— Ethan está muy borracho.
— ¿Dónde está Heidi? —Pregunta.
— No lo sé, con su familia creo —muevo mi mano con desdén para restarle importancia.
— Cojamos a Ethan y vayámonos. Tengo las llaves de su coche, te dejaré en tu apartamento y lo llevaré a la residencia.
Lo sigo dentro sin rechistar porque no tengo nada que hacer allí sin Eric. A Connor le cuesta sacar a Ethan de la fiesta porque se lo está pasando bien. El moreno se queja una y otra vez mientras lleva un brazo alrededor del cuello de mi hermano y este lo sostiene por su cintura.
— No hay nada interesante ahí dentro ya, Ethan —dice Connor.
— Eres un aguafiestas —reprocha—. La fiesta estaba en todo su apogeo, ¿verdad, Paris?
— Puede que estés delirando —abro la puerta del copiloto para que Connor deje a Ethan ahí.
El moreno se acomoda como si le hubieran dado una paliza y entiendo que está en la fase en la que el alcohol te golpea como si estuvieras en un ring y tuvieses las manos atadas. Duro.
Me monto en la parte de atrás y me pongo el cinturón confiando en que Connor no llevase alcohol en su vaso. Mi hermano pone bien los espejos mientras Ethan empieza a contar un chiste y nos ponemos en marcha.
— Paris —Ethan llama mi atención de nuevo—. ¿Qué le dijo una pared a otra?
— No lo sé.
— Nos vemos en la esquina.
Ethan estalla a carcajadas y Connor niega con la cabeza mientras se ríe. Miro mi teléfono y veo que Eric me envía un mensaje diciéndome que tanto él como Lucy están en casa. Me comenta mi baile estúpido pero pegado con Ethan y sonrío por sus palabras.
— ¿Ese no es el coche de Dave? —Pregunta Ethan haciendo que un escalofrío recorra mi nuca.
Me quito el cinturón, me asomo por los dos sillones de delante y aguanto la respiración porque puedo ver que él está montado. ¿Heidi también está? No llevo las gafas puestas por lo que no veo bien.
— ¿Has quedado con él ahora? —Pregunta Connor girando su rostro para mirarme.
No puedo decir ni una palabra porque no puedo reaccionar, no ahora. ¿Y si Heidi está en el coche? ¿Y si sale? ¿Qué se supone que voy a decir? Estoy mareándome. Seguramente se me está bajando la tensión. Lo único que puedo hacer es salir del coche y dejar que el aire de la noche de sobre mi rostro. No me despido. No digo ni una palabra porque no puedo. Sí, es el coche de Dave y me apresuro a él para comprobar si está con alguien.
Sí, hay alguien en el asiento del copiloto. Está con su móvil viendo i********: y cuando veo su cara, veo que es Heidi. Abro la puerta haciendo que ella me mire y me quito el bolso, tirándolo a la parte de atrás.
— ¿Qué estás haciendo? —Pregunta la rubia con su ceño fruncido.
No contesto y me siento encima suya haciendo que ella se queje.
— ¡Están ahí! —Digo cerrando la puerta y bajando mi cabeza un poco para que no sobresalga por arriba— Ethan y Connor están justo detrás, j***r. ¿Qué hace Dave aquí si no es para quedar conmigo?
Dave aún nos mira con su móvil en la mano. Seguramente, estamos para una foto. Heidi ha tenido que abrir las piernas para que yo intente meter mi culo y alguna pierna y estoy agachada para que no se me vea. No pueden ver a dos personas en el asiento del copiloto. El rubio mira hacia atrás y bloquea su móvil.
— Arranca, Dave —dice Heidi a punto de un ataque.
— ¿A qué huele aquí? —Pregunto arrugando mi nariz cuando Dave arranca, alejándonos de Connor y Ethan.
— A sexo, Paris —responde Heidi intentando mirar por el espejo retrovisor derecho para ver si el coche nos sigue.
— ¡Qué asco! —Exclamo.
El rubio suelta una carcajada y lo miro mal porque no me hace ninguna gracia. Estoy deseando irme a la cama y esto ha retrasado mi objetivo.
— Bueno, da gracias a que no hemos subido a tu habitación —dice.
— Sí, gracias —murmuro de mala gana.
— Han girado ya —Dave para a un lado de la calzada y Heidi abre la puerta del copiloto para que yo pueda salir.
— Ah no, ni hablar —digo evitando que Heidi cierre la puerta—. Tú has tenido relaciones sexuales atrás, tú te montas atrás.
Dave vuelve a reírse y mi compañera de habitación me mira seria, esperando que sea una broma lo que digo, pero no, no lo es.
— No voy a bajarme —dice.
— Y yo no voy a cerrar la puerta, aquí nos quedamos —alzo mi ceja.
Nos estamos retando con nuestras miradas. Ninguna va a dar su brazo a torcer por la otra. Nuestra relación va cuesta abajo y sin frenos. Cada vez que la veo la soporto menos y eso es un problema porque compartimos habitación y la convivencia a veces se vuelve complicada.
— Venga, Heidi, ponte atrás, ¿qué más da? —Dice Dave.
— ¡¿En serio?! ¿Por qué te pones a favor de ella? —Mira a su amante.
— No me pongo a favor de ninguna, simplemente, lleva razón, ponte en su lugar. Como no decidáis esto rápido, os dejaré a las dos aquí y tendréis que caminar a casa.
Heidi refunfuña y se baja del coche cogiendo su bolso. Me siento en el asiento del copiloto y cojo mi bolso de la parte de atrás. Me pongo el cinturón y estoy tensa, no puedo dejar de estarlo. Miro a Dave y veo que mira por el espejo retrovisor a Heidi, que estará en la parte de atrás con los brazos cruzados. Pongo una mano en mi frente y cierro los ojos, demasiadas emociones por hoy.