Robert Tracy estuvo dos minutos muerta, pero por algún milagro comenzó a respirar de nuevo. Le costo a los paramédicos utilizar en ella el desfibrilador varias veces, mientras era inundado de preocupación. No podía creer que no había podido salvar a mi compañera. Así que volver a oír su respiración, fue como si mi propio corazón hubiera vuelto a latir. En mis planes no estaba el alejarme de ella, no pensaba volver a perderla de vista hasta que todo esto se solucione. No sabía que había sucedido con los demás, no me importaba si los compañeros del maldito niño de oro habían podido salir, lo único que me importaba estaba frente a mi, con un pulso débil. En cuanto llegamos al hospital, ella fue llevada directamente a terapia intensiva, donde me prohibieron la entrada. Lo único bu