Abby -Lamento interrumpirlos, pero debo revisar al paciente- di un respingo ante la voz de Elena. Mi primer impulso fue alejarme de Michael como si estuviera a punto de sufrir un ataque al corazón. Intente alejarme de Michael pero el maldito no soltaba mi rostro. Tenia una gran sonrisa tatuada en su hermoso rostro. La cual si no me soltaba pronto quitaría de un golpe. -Elena, te dije que te prepararas para tratar con un niño.-exclamé, alejándome del fuerte agarre de Michael. -Recién no pensabas que era un niño, fosforito. Aunque tengo muchas ganas de jugar un juego contigo. Sé que te gustara.- él no pudo decir eso, no frente a mi jefa. Pero su traviesa sonrisa, me decía que lo había dicho y que no planeaba echarse atrás. -¿Le dieron algún medicamento?- preguntó divertida Elena.