Cuando al fin estábamos solos Maurice y yo, la familia Botticelli no nos molestaba ni se acercaba. Eso le permitió a Maurice que se comportara absurdamente romántico conmigo. Una y otra vez, yo tenía que recordarle que no estaba bien que me tratara así, una y otra vez, sin éxito. —Los caballos son como ángeles... Tú debes comprender muy bien eso, porque también eres un ángel...—comenzó Maurice.— Verás... ellos desean servirte si sienten que tu corazón es puro y sincero... Si te subes a un caballo con temor, nervios, odio o rencor, el caballo te servirá, pero no podrás controlarle... Yo odio a los malditos que hacen obedecer a un caballo a través de la violencia, atemorizándolo... Eso es salvajismo... Manejar a un caballo puede ser tan hermoso como un arte... Y, hablando de arte... Cada v