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David
-Diciembre-
El avión aterrizó en Puerto Vallarta unas diez horas después, pero ese tiempo no fue nada comparado con el que yo esperé para volver a tener a Luz entre mis brazos. Sila, mi hermosa hija de ya casi un años, vino todo el camino bien, hasta que unos treinta minutos antes se desesperó porque no podía bajar e hice malabares para lograr que ella no llorara hasta que bajamos del avión, y lo logré, porque tan solo pisé el pequeño aeropuerto Sila se echó a llorar desesperada.
―Ya casi mi amor, sólo tenemos que recoger las maletas ¿sí? Detrás de esa puerta se encuentra tu mami que nos está esperando con muchos besos y abrazos y espero que con un cambio de pañal, porque todo esto te
