[ALYA]
La gala es un torbellino de luces cálidas, cristal que brilla y risas elegantes. Pero mi atención no está en la sala, ni en los invitados, ni siquiera en Samuel que sostiene mi brazo con su seguridad habitual. Mi mirada se clava en Zaed. Y de repente, todo lo demás desaparece.
Cierro los ojos un instante y me dejo llevar por un recuerdo que todavía me duele y me enciende al mismo tiempo.
Flashback – el primer encuentro
Era una noche cálida de verano en Miami, en la presentación de una colección de moda exclusiva. La música vibraba, las luces brillaban y el aire estaba impregnado de perfume y champagne. Yo era solo Alya, intentando moverme con seguridad entre la multitud, sin saber que esa noche cambiaría mi vida.
Lo vi por primera vez junto a la barra, alto, imponente, con esa mirada azul que parecía atravesar la sala y encontrarme sin siquiera buscarlo. Cuando nuestras manos se rozaron accidentalmente al sostener las copas, un escalofrío me recorrió.
—Perdón —susurró él, con una sonrisa que desarmaba cualquier precaución—. No quería interrumpir tu momento.
—Está bien —dije, con un hilo de voz que traicionaba el efecto que me causaba—. Gracias.
Su cercanía era embriagadora. Cada palabra, cada gesto, cada roce mínimo de nuestras manos llevaba un peso invisible, como si todo el mundo desapareciera a nuestro alrededor.
—Soy Zaed —dijo, y algo en la forma en que lo dijo me hizo estremecer.
—Alya —susurré, y por un segundo, no pude apartar los ojos de los suyos.
La conversación fue breve, ligera, casi casual, pero cargada de electricidad. Ni él ni yo sabíamos nada de nuestras familias, ni de nuestros apellidos. Solo existíamos nosotros, esa chispa instantánea que no podía ser ignorada.
—Nos veremos otra vez —susurró antes de que la distancia nos separara—.
—Espero que sí —contesté, con un temblor que ni yo misma entendía.
Vuelta al presente
La música sigue sonando, pero cada nota parece apagarse cuando Zaed da un paso más cerca. Isabella está a su lado, elegante y confiada, pero mis ojos solo lo ven a él. Mi respiración se acelera y siento que el calor en mi pecho se vuelve difícil de ignorar.
Zaed se detiene a pocos metros, y por un instante, el mundo se contrae a ese pequeño espacio entre nosotros. Nadie más existe. Sus ojos azules me buscan, profundos, intensos, y siento que cada recuerdo, cada instante compartido vuelve a mí con fuerza. Sé que está fingiendo que este es nuestro primer encuentro frente a todos, como si nunca nos hubiéramos hablado antes, y eso me enerva y me atrae al mismo tiempo.
—Alya —susurra, y su voz me atraviesa—. No esperaba verte aquí tan pronto.
Mi corazón late con fuerza y un hilo de rabia sube por mi garganta. Me giro ligeramente hacia Samuel, asegurándome de que no perciba nada, pero la verdad es que no puedo mentirle a mi propio cuerpo.
—Zaed… —respondo, con la voz temblorosa, intentando que suene firme—. Esto… no es el momento.
Él da un paso más, acercándose sin invadir demasiado mi espacio, solo lo suficiente para que cada movimiento suyo sea imposible de ignorar. Sé que está jugando, que conoce cada reacción mía y está disfrutando de este juego silencioso.
—Nunca hay un momento perfecto —dice con una leve sonrisa que no llega a mis labios—. Pero aquí estamos, de nuevo.
Mis manos se aprietan contra mi vestido, intentando mantener la compostura. La nostalgia, la rabia y el deseo se mezclan y me hacen sentir fuera de control.
—No… —murmuro, intentando cortar la tensión, y me vuelvo hacia Samuel, buscando refugio en lo conocido. Pero no hay escape. Zaed está allí, y sé que la distancia que hemos creado durante cinco años es solo una ilusión.
Él inclina la cabeza, observándome con esa paciencia provocadora que siempre tuvo, y su mirada me desnuda sin necesidad de palabras. Por un instante, todo lo que somos y todo lo que fuimos se encuentra suspendido entre nosotros, y temo lo que pueda despertar este encuentro. Sé que sabe que recuerdo todo, que no me engaña, y que está disfrutando de ver cómo reacciono.
—Alya… —susurra de nuevo, suavemente—. Podemos salir un momento. Solo un instante.
Me siento atrapada. Quiero huir, quiero gritarle que no, que no puedo, que no debo… pero algo en mí desea lo contrario. Cada fibra de mi ser reconoce que este hombre es parte de mi historia, de mi corazón, de algo que nunca olvidaré.
—No… —repito, más firme esta vez—. No puedo. No ahora.
Su expresión cambia apenas un instante. Una mezcla de entendimiento, frustración y… algo más, un secreto que solo él y yo compartimos. Sin insistir, se aleja apenas un paso, dejándome con el calor que todavía arde entre nosotros y la certeza de que nada volverá a ser igual esta noche.
Samuel me sonríe y aprieta mi brazo, inconsciente del terremoto que se agita bajo mi piel. Y yo… solo puedo respirar, tratando de recomponerme, mientras el recuerdo de aquella primera chispa, de aquel primer roce, y de lo que sucedió en el baño… vuelve a mí, más intenso que nunca.
La gala sigue su curso, pero sé que la verdadera noche apenas comienza. Porque Zaed está aquí, yo estoy aquí, y todo lo que dejamos atrás… sigue vivo, latente, y esperando el momento adecuado para arder de nuevo.