[ALYA] No recuerdo en qué momento dejó de hablar. No recuerdo cómo me quedé allí, inmóvil, viendo cómo la puerta se cerraba tras él. Solo el silencio. Ese silencio que pesa como si todo el aire del edificio se hubiera ido con Zaed. Me quedo mirando los planos sobre el escritorio, las líneas perfectas que ya no significan nada. Mis manos tiemblan, mis ojos arden, pero las lágrimas no salen. No todavía. Estoy demasiado rota para llorar. Mi madre murió hace años, pero por primera vez siento que la estoy perdiendo de nuevo. Y lo que más duele no es su muerte, sino la verdad que la acompaña. La verdad que llevaba escondida en las sombras todo este tiempo. Camino hasta la ventana. La ciudad sigue ahí afuera, indiferente. Autos que pasan, luces que parpadean, gente que vive sin saber que hay

