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2601 Palabras

Fleda había estado escuchando en ascuas, y dijo: —Y en Poynton, ¿nadie dijo nada? ¿No hubo ninguna alarma? —¿Qué alarma iba a haber? Owen me había dejado sola de un modo casi provocador. Yo había seleccionado una ocasión especial que por buenas razones me parecía a salvo de una incursión. —Fleda sintió otra interrogante, pero dudó si manifestarla: acaso no fuera del todo conveniente preguntar si tamaña heroína no había tenido miedo de los criados. Además sabía algunos de los secretos del divertido gobierno doméstico de la heroína, todo a base de conmociones a la timidez y de desafíos a la curiosidad: una diplomacia tan habilidosa que algunas de las criadas literalmente suspiraban por irse con ella a Ricks. Leyendo con agudeza la totalidad de los pensamientos de su visitante, la señora Ge

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