15 La señora Brigstock, en el umbral, se quedó mirando de uno de los ocupantes de la habitación al otro; después éstos vieron que su mirada se concentraba en un pequeño objeto que hasta entonces había yacido inadvertidamente sobre la alfombra. Se trataba de la galleta a la cual, tras servirle el té a Owen, había dado un somero mordisco Fleda: acto seguido la había depositado sobre la mesa, y el hecho de que subsiguientemente, en algún agitado movimiento, hubiese debido de tirarla, era un inequívoco signo de la tensión que la dominaba. Al parecer, para la señora Brigstock había en este detalle más de lo que se advertía a primera vista. En todo caso Owen procedió a recogerla, y Fleda se sintió como si él estuviese borrando las huellas de alguna escena que los periódicos habrían caracterizad