Entre todas las maneras que esperaba se entere, no creí que esta sería… ¿A quién miento? Sí lo creí, sabía que esa loca haría lo que fuera para llevarle una información falsa y torturarlo. No había mucha gente ese día y los pocos que habían visto la escena pertenecían a otra facultad, no había ninguna evidencia, salvo la suya. Lo supe cuando ella misma lo confesó. — Te traje una sorpresa, querida. — Detestaba el tonito arrogante en cada palabra. — A eso vine. — Me entregó dos fotografías impresas que había sacado de su cartera. — ¿Qué? ¿Acaso no te gusta mi sorpresa? — Reí. — Sé que necesitas de mi atención, pero ¿llegar al punto de acosarme? — La miré con pena. — Necesitas controlarte. — Tú sabes porque las tome, — estaba confesando— solo quería mostrártelas antes de que