37. Inesperada confesión

1645 Palabras

Verla me estaba matando, su insensibilidad era la cereza del pastel obviamente; últimamente sentía que la podía ver hasta en la sopa, literal. Por eso verla en este lado de la ciudad, en la estación del tren subterráneo, se me hizo tan irreal que tuve que golpearme para confirmar que no eran las alucinaciones de mi cabeza. Supe que sí se trataba de ella cuando la vi entrando por la puerta trasera para personal autorizado, después de mantener una charla que no logré escuchar con alguien que no me esperaba, un vampiro. Eso llamó mucho mi atención y el que ella se alejara me hizo saber que fuese cual fuese sus intenciones, la estaba asustando. Cuando crucé la avenida, él ya no se encontraba por ahí, Emma tampoco salía; así que, me vi en la obligación de irrumpir el lugar. Mi sentido de al

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