3. Extraño conocido

2250 Palabras
Desde hace un mes atrás, mi padre ha estado quejándose del porque a mis diecinueve años y siendo el nuevo alfa de mi manada (hace un año recién) no encontraba a mi mate. Es cierto que era apenas un chiquillo, si me comparabas con un ser humano común, pero mi lobo tenía cientos de años pisándome la cola y, además, estaba el hecho que aquí las manadas se casaban muy rápido en cuanto encontraban a su mate. El caso más cercano y por el que era punto de burla en mi circulo de amigos, mis padres. Ellos se conocieron a los dieciséis, estuvieron alrededor de un año como enamorados, ambos pertenecían a la misma manada así que, eran la pareja perfecta, lo siguen siendo hasta ahora; se casaron después del año de conocerse y, ya van alrededor de treinta años juntos y felices. Sí, estaba un poco retrasadito, mas no era mi culpa. ¡Ya la había buscado desde los 17 por todas las regiones y nada! O, tenía pésima suerte y alguien había ocultado su rastro, o simplemente ella no quería que la encuentre lo cual dudo, la otra opción es que ya no esté más en este mundo… Realmente esperaba que no fuera el caso, he escuchado las peores anécdotas acerca de esa situación. Mis padres insistían tanto con el tema, no solo porque la necesitara a partir de esta edad, sino por un tema político; mi padre me había cedido su posición hace un año, él tuvo una buena reputación como alfa, pero al cederme el mando, el hijo menor de los Lautner, un chiquillo sin mate, sin experiencia, no pintaba bien. La manada estaba teniendo serios problemas con eso, no era que ellos estuvieran en contra de mi posición como alfa (bueno, había algunos escasos), el asunto era otro; muchos de nuestros aliados dudaban de mi capacidad y algunos pocos comenzaron a romper los tratados a principio de este año, nadie quería formar alianzas con una manada débil, que ni siquiera estaba localizada en el mundo mágico. Este año me transferiría a una nueva universidad (bueno ni tan nueva, ya la conocía) por obra de papá, él no daba su brazo a torcer creyendo que mientras más rápido la manada tuviera su Luna, más estable estaría. Yo tampoco me resistía a seguir sus decisiones, añoraba conocerla algún día, aunque fuera la tercera vez que me cambiaba de universidad, dicen que la tercera es la vencida ¿no? Ningún lobo se resistiría a encontrar a su mate, era como si encontraras tu complemento ideal, lo que te permitía ser completamente tú. Es increíble tener estos sentimientos por alguien que aún no conoces, sin saber exactamente como luce o cuál es su personalidad, simplemente sabes que ese sentimiento crecerá aún más en cuanto veas a esa persona. No siempre se vive así, mi lobo despertó en mi pubertad y cinco años más tarde había descubierto el lazo de mates. Sé que suena muy loco y acosador, tampoco lo creía de pequeño, es algo que solo puede experimentarlo uno mismo, sentir que hay una persona en el mundo que encaja perfectamente contigo. Es único. Salí de mi hogar camino a la universidad, al llegar estacioné mi auto y me dirigí a mi nuevo salón, iba retrasado por algunos minutos, no importaría mucho ¿cierto? La clase lo dictaba mi hermano mayor, así que probablemente ya tenía una llamada de atención, se volvía irritable cuando de puntualidad se trataba. Seguía caminando lento, hasta que mis piernas comenzaron a acelerar el paso como sí mi cuerpo supiera algo que yo no, pocos segundos después entendí porque, una suave fragancia floral y acuosa, flor de loto es lo que percibía mi sentido, me embriagó. Sí, se trataba de ella. Continúe su rastro hasta verme envuelto en las miradas curiosas, había llegado al aula que me correspondía sin darme cuenta. Ella también estaba aquí o al menos eso me decía mi olfato, esto sería increíble porque eso significaba que al menos tenía una clase como argumento para mis próximos comportamientos algo acosadores. —     Llega tarde, señor Lautner. — Dijo mi hermano en un tono serio. —  Sí, señoritas es un alumno nuevo. —  Se dirigió a las chicas que me estaban mirando desde que había entrado. — Busque un asiento disponible y deje de alborotar al salón. — Tan duro como siempre. Ignoré su aviso y me puse en busca de mi mate, caminé lentamente hasta llegar a la última carpeta de la fila, de allí provenía el olor. Era ella, se encontraba recostada con los ojos cerrados sobre su carpeta ¿estaba dormida? No pude evitar sonreír al imaginar a mi hermano encontrándola en este estado, armaría una gran escena. Se veía tan preciosa desde lo poco que podía ver, ella era mi mate. ¡Mi mate! La había encontrado luego de tanto, mi lobo no sabía ya como expresar su felicidad. Yo también estaba demasiado feliz, imaginar que al final habíamos caído en el mismo salón, nunca se me pasó por la cabeza. —    Al fin te encontré, mi niña. — Susurré bajito antes de sentarme a su lado. Al acomodar mis piernas dentro de la carpeta, rocé casualmente contra su rodilla desnuda, sentí un pequeño hormigueo en la zona que espero ella también lo haya sentido, así se daría cuenta que ya me había encontrado asumiendo (en el mejor de los casos como siempre) que me estuviera buscando como yo a ella. No pude prestar atención a la clase, había pasado completamente a segundo plano a pesar de mis inútiles intentos de prestar atención, mi concentración estaba solo en ella. Por las ondas rubias que paseaban por su espalda, su estilo y contextura, probablemente era menor que yo, escuché de mi hermano que en esta clase vería alumnos de diversas carreras del primer hasta el tercer año, si no estaba mal. Me hacía muchas preguntas, como ¿dónde estuvo todo este tiempo? ¿a qué manada pertenecía? ¿por qué no me había buscado? ¿por qué seguía durmiendo cuando moría por conocerla? Suspiré resignado, lo mejor era no llamar la atención y esperar al próximo encuentro, de todas maneras, no había prisa. Lo que me llamaba la atención es que no podía sentir su aroma a lobo, debería sentir el característico aroma que desprendíamos, pero no lo sentía. Asumía que lo había ocultado, algunos lobos de la ciudad lo hacían para cortar lazos con el mundo mágico, a veces nuestro mundo traía más problemas que beneficios.  La clase terminó y ella aún seguía dormida; así que me levanté y traté de distraer a mi hermano para que una chica quien se sentaba delante de mí la despertará, aunque la charla no duró mucho, funcionó. Mi hermano me llevó a su oficina porque necesitaba un favor, así que me vi obligado a salir del aula junto con él. Al final quería enviarme algunos papeles para que mi padre los firmara, ya que sabía no tenía más clases aparte de la suya y, aparentemente, este era un asunto de gran importancia; tenía muchas ganas de hablar con ella hoy mismo, supongo que tenía que resignarme a verla otra vez mañana, debía comportarme decentemente. Cuando llegué al estacionamiento, una situación inesperada y poco agradable se mostraba ante mis ojos. Un jovenzuelo estaba discutiendo con mi chica, a pesar de que ella claramente se quería alejar, él no la dejaba; toda la escena parecía a las típicas discusiones de parejas tóxicas ¿quién se creía…? ¿será que ellos dos son…? No podía terminar la oración, no podía ser, no había posibilidad alguna. Me tuve que meter porque la situación solo empeoraba, tenía planeado hablar con ella y que me aclarara la situación, pero no me dejó hacer mucho y en casi nada de tiempo ya se había ido sin dejarme hablar ni nada; ni siquiera me había reconocido, me había visto como los humanos ven a un extraño. Fui de regreso a mi hogar con el mal sabor de boca, ¿qué rayos había pasado? No podía creer que no me dejara defenderla de ese imbécil, ¡no podía creer que no me reconociera! Me pasé creando teorías todo el camino, ¿qué podría ser para que ella no reconociera a su propio mate? Mi lobo estaba molesto e inquieto por la actitud de mi mate, no lo culpaba, yo también me sentía inseguro y con muchas dudas en mente. Al llegar a casa me ocupé del encargo de mi hermano y junto a mi padre terminamos de rellenar unos papeleos para la junta de esta semana. —    ¿Ya me dirás que te tiene de tan mal humor? — Resoplé sin ocultar mi fastidio. Padre me conocía muy bien, demasiado en realidad, así que no le iba a costar mucho trabajo averiguar lo que estaba sucediendo. El asunto es que no estaba seguro de contarlo todo lo que pasó, no creía que pudiera salir algo bueno de eso, se supone que debía reconocerme, sino tenía la opción de rechazarla y unirme a otra. —    Creo que vi a mi mate, — mi papá se paró de su silla de la emoción— pero no pudimos presentarnos ni nada porque ambos estábamos saliendo con urgencia de la universidad. — Veía la decepción en sus ojos, pero no hablo más del tema. No estaba mintiendo, simplemente estaba omitiendo detalles. No quería confirmar hechos que aún eran simples especulaciones; mi padre quería mi felicidad como cualquier otro m*****o en mi familia, pero mi cargo prevalecía ante sus ojos, si mi mate no era lo que la manada necesitaba, sería un problema. —    ¿No mentiste? ¿Te refieres al hecho de no habernos reconocido en seguida o, tal vez, del hecho de probablemente estar en una relación con el tipejo ese? — Lo que dije, mi lobo estaba molesto. —    ¿Podrías dejar esas ideas tóxicas de lado? Te apuesto a que todo fue parte de un mal entendido, Silas. — Traté de animarlo. — Ya verás que mañana lo aclararemos, todo.   Llegue más temprano de lo normal, quería encontrarla cuanto antes, pero no sabía dónde exactamente, ahora solo debía confiar en mi sentido del olfato para llegar hasta ella; la buena noticia era que ya no tenía que buscar en todo el estado, ahora solo tenía que buscar en toda la universidad en la que ambos estudiábamos. ¿Qué clase le tocaran a los de nuevo ingreso? Después de verla en el aparcamiento, confirmé por completo mi teoría de que ella fuera menor que yo, su apariencia la delataba. Apuesto a que este sería su primer semestre, por lo que, yo seguía siendo su mayor. Caminé en círculos por los pasillos de mi facultad, mi clase ya había empezado, pero no pude sentir nada cerca; a regañadientes tuve que entrar a mi clase de antropología social y esperar a que la misma llegara a su fin, sobra decir que nuevamente no pude concentrarme completamente en la clase, agradecía que fuera la primera semana. Cuando la clase llegó a su fin me apresuré a correr hacía un punto vital, si estábamos en la misma facultad debía verla en la cafetería, todos van a la cafetería. Bajando por las escaleras, me detuve abruptamente en el primer piso del edificio; seguí su olor hasta llegar a un aula casi vacía, los alumnos continuaban su camino fuera del aula, allí estaba ella en medio de todo. Caminé apresuradamente hasta su posición, vi cómo se le cayó algunas cosas de la mesa al suelo y traté de ayudarla inmediatamente; al rozar accidentalmente su mano sentí nuevamente la misma sensación del primer roce, esto me confirmaba que ella era realmente mi mate, era la señal del primer encuentro en nuestra especie. — Haz algo. — Demandó mi lobo. Tragué en seco antes de ayudarla a ponerse de pie. — Ayer no me pude presentar como es debido. — Comencé mientras estrechaba mi mano esperando su respuesta. — Soy Pool Lautner. — Me miraba tan detenidamente que nos ponía nerviosos. —    Emma Sweet. — Habló después de unos segundos largos en los que el pánico me consumía. Estrechó su mano con la mía y al fin pude respirar, sentir la suavidad de su mano me dio calma, de alguna manera. — Mucho gusto, Pool. Mi lobo renegó cuando luego de unos segundos, soltó mi mano. Le resté importancia, ahora se venía lo grande, al fin podríamos aclarar el malentendido de ayer, al fin podría negar esa absurda teoría de Silas de que tenía un noviecillo, al fin podría explicar porque no la sentía como parte de nuestra especie. —    Yo… — Paré para corregir mi voz, sonaba insegura. Sí, estaba inseguro y con cierto miedo a que no me reconociera, debo admitirlo, no era fácil tenerla en frente y saber que mis miedos podrían ser negados o confirmados en el siguiente minuto; sin embargo, también estaba muy feliz, demasiado feliz por conocerla y presentarnos como era debido. —    Ya me dirás que quieres realmente. — Me sonrió sin maldad. — No quiero ser grosera, pero es la primera vez que te veo y si estas teniendo la molestia de darme tu nombre es porque quieres algo de tu superior, ¿cierto? — Me quedé helado. ¿Superior? ¿la primera vez que me ve? — Discutamos la ayuda que necesites en la cafetería, ¿va? — ¡Di algo!, gruñó mi lobo. No pude.    
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