CAÍDA TREINTA Y CUATRO
“¡Tú, perra inútil!” La mano pesada de Hondros cayó sobre su mejilla.
Mamacita soportó los golpes. Él alternaba entre darle descargas con el Taser usando la app del dueño y golpearla con sus rechonchas manos. Ambas se sentían igual después de diez minutos de una completa paliza sin parar.
“Lo siento”, lloró al llegar a cierto punto, repitiéndolo una y otra vez. “¡Lo siento!”
Hondros la golpeó de nuevo. Normalmente no le gustaba hacer tal desastre en su lujoso apartamento pero para esta ocasión especial, no parecía importarle todo el derramamiento de sangre. “¿Cuán buena me puedes resultar ahora? ¿De esta manera?” Dijo con cara de disgusto y la saliva saliendo de su boca, con la cara roja.
Sacó sus estadísticas en su veil y lo volteó para que se viera grande y f
