CAÍDA CUARENTA Y UNO Héctor corrió derecho hasta el área de la gynaeconitis. Oyó unos fuertes golpes y una respiración asmática detrás de él y volteó para encontrar a Tony siguiéndolo. “Buen intento, pero no vas a entrar allí”, Héctor lo detuvo. “¡Ah!” Exclamó decepcionado, pero lo aceptó y se quedó afuera. Héctor entró para inspeccionar los daños, las chicas se veían vueltas mierda. Tomó un kit de primeros auxilios y comenzó a atender algunas cortadas. Bobo era la que estaba más cerca, así que la atendió a ella primero. “Estuvieron increíbles hoy”, le dijo a la enojada mujer tocando ligeramente su ceja con alcohol. Ella le frunció el ceño. Parpadeó por el dolor “Ay. Mala idea”. “¿Cuál?” “Simular estar emocionado”. “Ja. Buena esa. Gira hacia la izquierda para poder ver mejor”. El