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Así recorrieron la ciudad, con gran descontento de John Grueby, cruzando Whitechapel, Leadenhall Street, Cheapside y Saint Paul, y al llegar cerca de la catedral, lord George se paró, habló a Gashford, miró hacia lo alto de la gran cúpula y movió la cabeza como si dijera: «¡La Iglesia está en peligro!». Los espectadores lo ensordecieron con sus clamores, y reemprendió su camino en medio de las aclamaciones furibundas del populacho, a quien saludaba tocando casi el suelo con el sombrero. Siguió su marcha triunfal por el Strand, Swallow Street, Oxford Road, y desde allí hasta su casa en Welbeck Street, cerca de Cavendish Square, adonde lo acompañaron una docena de seguidores a los que saludó desde la puerta con estas breves palabras: —¡Caballeros, no más papismo! ¡Buenos días! ¡Dios os guar

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