La expresión de Candy se agrió, una mirada de angustia cruzó su rostro mientras se giraba hacia Faical y Zelda. —Mamá, papá… —susurró, con la voz cargada de consternación. Los elogios que recibía Anneli fueron como una bofetada en la cara de Candy. Ella sólo quería que la gente difamara a Anneli. ¡Para los Aubert, la idea de que una hija adoptada eclipsara a su hija biológica estaba simplemente prohibida! Una abominación. Faical, deseoso de defender a su hija, ajustó su tono. “Candy es un prodigio. Mi hija me enorgullece con sus muchos talentos. En cuanto a Anneli, bueno, sus habilidades musicales han disminuido con el tiempo, ni cerca del nivel de Candy”. Zelda se unió a ellos, con un dejo de arrepentimiento en su tono. “Sí, a Anneli solo le gustaba hacer cosa


