Mis noches con un vampiro

CAPÍTULO I NOCHE EN EL BAR El reloj marcaba a las 06:00 pm, y como todos los días me dirigí a la ducha y luego a vestirme para ir a trabajar. Mientras me arreglaba la blusa negra que elegí junto con un pantalón de jeans celeste ajustado pensaba en como volvería a casa, ese era mi dilema de cada madrugada, no gastaría en pedir un Uber o un Bolt. No me quedaría dinero si cada noche gastaba en un trasporte caro sea cual fuese, por eso me colaba con alguna compañera que pudiese acercarme a casa. Durante mi camino en autobús hasta Las Favoritas – se llama el bar en donde trabajo- pensaba que ser mesera no era precisamente mi trabajo ideal, pero necesitaba una fuente de ingresos para costear mis estudios en la universidad, hace poco cumplí mis 23 años; había comenzado tarde la universidad, estaba en segundo año de mi carrera de Docente del nivel medio. Entre suspiros bajé y me puse el delantal de uniforme, una remera blanca ajustada y una falda de jeans azul marino rasgado, no muy corta, valga la aclaración. –Odiaba tener que ser observada cada noche por los hombres en el bar, si bien mi figura no era muy delgada; incluso me considero rellenita, no era el centro de atención en el lugar, mis compañeras siempre brillaban y tenían más propinas siempre. Resultaba incómodo... La principal atracción de esta noche era el concierto que daría Alex Santana, este hombre tocaba el arpa como los mismos ángeles, lo veía en las redes sociales, e inclusive podría jurar que yo era su fan número 1. _Hola, estás aquí niña? -La voz era de Juana, la dueña del bar- _¿Ehh? Si, no, perdón aquí estoy, la ayudo en algo señora –Me apresure en responder- _Siempre que este muchacho viene al bar te quedas toda tonta. -Me regaña dándome golpecitos en la cabeza- _Necesito que hoy te quedes en la zona VIP del bar. _¿Cómo? –No podía creer la noticia, en la zona VIP, solamente trabajaban las chicas más lindas del bar- _Yo no creo que eso sea apropiado. –Respiré agitada, inclusive peor que cuando me sorprendió su primer saludo- _Betsaida, por favor. No me iré a la quiebra porque seas tú quien atienda la zona VIP esta noche, además eres muy amable, no creo que los clientes tengan queja. –Juana me sonrió, me quitó la bandeja de la mano, y me señaló las escaleras de la zona VIP- Me retoqué el maquillaje en una esquina, si tenía buena suerte tal vez podría saludar a Alex, no me animaría a más que eso; de por sí los nervios me carcomían. Atendí a los clientes que fueron exclusivamente a verlo, el bar Las Favoritas era diferente a cualquier otro bar, se caracterizaba por conciertos exclusivos, bebidas únicas que solamente se podrían encontrar aquí y en ningún otro lugar de Paraguay. Me llamaba la atención que la mayoría de los clientes en esa zona eran extranjeros, escuchaba que hablaban en inglés, portugués e inclusive podría decir que hasta ruso. La señora Juana nunca permitía que las chicas de la zona VIP hablaran con nosotras, las que atendíamos abajo en la zona “normal”, para no decir más barata. La melodía que escuchaba era tan amena y tan extremadamente perfecta. Sonaba la Guarania “Mis Noches Sin ti”, no pude evitar soltar una lágrima de la emoción que me provocaba estar tan cerca de Alex, y poder apreciar todo el talento que deslumbraba a todo el lugar. -Soy una llorona nivel Dios- me repliqué. Mi corazón latía cada vez más rápido. Estaba tarareando la letra de aquella canción tan hermosa,- tu cantabas triste por el camino, viejas melodías en guaraní….- cuando de pronto voltee hacia mi costado izquierdo; y… ¡No puede ser verdad!. Alex me estaba observando, o al menos eso creí en ese instante, asique quise comprobar mi teoría caminando hacia el otro extremo del salón, y podía sentir que su mirada me seguía por todo el lugar. Mil ideas revoloteaban en mi cabeza, golpeé mis cachetes con ambas manos para despertarme, si esto solo era producto de mi imaginación; dormir poco ya me estaba afectando, no pude evitar mirarlo otra vez. Por Dios, estoy loca. ¿Cómo puede mi fanatismo hacerme imaginar tanto? Vi una ligera sonrisa que se formaba en la comisura de sus labios, y... ¿era por mí?. No lo sé, pero mi noche no podría haber sido mejor, hasta reconsideré lo que estuve pensando de venida al trabajo, al final de cuentas valió la pena que una futura docente de adolescentes trabaje por las noches en un bar. _Buen trabajo niña. -Oí la voz de Juana mientras me cambiaba para volver a casa- _Muchas gracias Señora, aprecio que confiara en mi para que suba a la zona VIP -Mis ojos brillaban de alegría- _Bueno, creo que disfrutaste la vista. Juana soltó una carcajada como solo ella podía hacerlo, yo mire a todos lados, me avergonzaba saber a lo que se estaba refiriendo; era evidente que se trataba de Alex.- _La verdad es que si, fue algo diferente, pero me enamoré de la música, de estar tan cerca de…, ehhm de tan hermoso sonido. Tomé mi bolso un tanto nerviosa y miré mi celular, ya eran a las 3:30 de la mañana. No puede ser, las chicas ya se habrán ido. -dije en voz baja- _Oh, no tienes como volver ¿o si niña?. –Juana se acercó a mi- _No se preocupe, caminaré hasta la parada, supongo que en breve pasa algún autobús, por favor siga con lo que tiene que hacer, no se preocupe por mi. Incline la cabeza en señal de agradecimiento, luego salí, cerré la puerta y caminé, la señora Juana, me observo dudosa, pero respondió un tanto convencida . –cuídate- me dijo y se fue. La oscuridad era aterradora, normalmente no me asustaba salir en la noche, pero nunca me quedaba absolutamente sola, decidí pedir un Uber, tampoco quería arriesgarme. Esperé como 30 minutos, y nada. No había ningún automóvil disponible, ni siquiera un taxi, entonces decidí caminar hasta la parada, no quería pasar por aquel callejón, pero bueno... No tenía de otra, apresure mis pasos, observe la luna, y era brillante, tan brillante que iluminaba todo el callejón, y entonces una mano helada me tomo del cuello y me apretó contra la pared de un edificio alto. -Su…e…suelt… -No pude terminar de decirlo, me dolía demasiado, vi como mi sangre se deslizaba en mi hombro derecho. En ese momento ya no pude siquiera tratar de defenderme. Esas manos frías me arrojaron al suelo bruscamente, una sombra con dientes puntiagudos fue lo último que pude ver.