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Mi infierno contigo #2.

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Blurb

-Bésame Kendall, dime que no has dejado de amarme, he sido un imbécil y necesito que me perdones, olvidémonos del pasado, por favor- Suplico con desesperación

-No puedo hacerlo, ya puedes añadir una cosa más a la lista de todo lo que has destruido, has hecho añicos mi corazón, me has roto de mil formas diferentes, y lo lamento, pero no esperes nada Ethan, porque en lo que a mi concierne, tú estás muerto…

“¿Podrá el amor salvarlos y darles una oportunidad?” (SEGUNDA PARTE “ARRASTRAME CONTIGO”)

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Prólogo.
Dos meses, dos malditos y jodidos meses han pasado desde que todo se fue al caño, desde que las cosas se pusieron peor, desde que Ethan había abandonado a una rota y dañada Kendall en ese callejón, en donde ella creyó que iba a pasar de todo menos justo lo que había sucedido. Los recuerdos, las lágrimas, y la voz de Kendall diciendo “Te amo”, aun seguían repitiéndose una y otra vez en la cabeza de Ethan. Como si esos recuerdos quisieran torturarlo, como si él no estuviera lo suficientemente jodido como para ahora tener que soportar todos los vestigios que estarían de esa noche que para él, aún seguía sin tener explicación, ¿Por qué Kendall había decidido soltarle esa bomba justo en ese momento? Ethan se sentía mas perdido que nunca, buscando una redención a eso que no sabía porque le dolía tanto, buscando una forma de escapar de los sueños en donde Kendall lo abrazaba y le decía que todo iba a estar bien. Porque él más que nadie sabía que se había cargado su… Lo que fuera que tenía con Kendall, y sabia sobre todo que ya no había vuelta atrás, y no podía evitar sentir la necesidad de correr donde ella, y dejarse llevar por fin, quizás para volver a tenerla entre sus brazos, quizás para que ella pudiera volver a hacerlo sentir como en sus sueños. Y si, él ciertamente sabía que la humillado, que había pisoteado sus sentimientos, sin embargo eso no había hecho que el sentimiento de que ella fuera quien lo abandonara se fuera de su pecho. Los demonios de Ethan se lo habían advertido, y él había decidido hacerse el de los oídos sordos, él sabía que nada bueno iba a salir de eso que estaban formando entre ellos dos, él conocía más que nadie las consecuencias del amor, y aun así había caído redondito en las telarañas de ese traicionero sentimiento. Nuevamente se daba cuenta de que nada de eso era para él, y aun así eso no evitaba que estuviera emborrachándose en la lujosa y pretenciosa fiesta de año nuevo de la familia de Britney, la persona a la que nuevamente había recurrido, incluso aunque se había prometido no hacerlo. Ethan prácticamente había caído otra vez en ese agujero negro del que por mas que intentaba, no lograba escapar nunca. -¿Qué haces aquí? - Le pregunto esa noche Britney, en cuanto lo vio enfrente a su puerta con la cara amoratada y la mirada perdida. -Pensé que podía pasar un rato contigo - Dijo sin ningún tipo de emoción en la voz. -Siempre puedes hacerlo - Britney abrió la puerta de su departamento con una sonrisa de oreja a oreja, había tenido razón, Ethan había vuelto con ella una vez más, y esta vez, algo que le decía que iba a ser mas enserio que nunca. Esa noche, como era de esperarse, ambos tuvieron vacío y sin sentido sexo, nada había cambiado dese la ultima vez que Ethan había tocado la piel de Britney, y eso solo lo hacía sentir más repulsión por sí mismo y lo fácil que le era volver a unas piernas a las que en realidad no quería. Después de allí, Britney le puso las cartas sobre la mesa, le pidió algo más estable, y como él estaba seguro de que no había forma alguna de que él involucrara sentimientos en esa mentira, entonces acepto, y hacia dos meses que era algo mas o menos parecido al novio de Britney, lo cual se sentía peor de lo que él en algún momento imaginó. Ella lo había arrastrado a cada uno de los compromisos sociales de lo que su acomodada familia hacia parte, lo había obligado a aprender con que tipos de carne combinaba el vino blanco, y que tan añeja debía pedir la bebida, le había presentado a los estirados de sus padres, lo había mantenido sumido en una porquería de la que él realmente no quería hacer parte. Pero solo había un consuelo y una recompensa para todo eso, y era no tener la mente lo suficientemente desocupada como para pensar en Kendall, era cierto eso que tanto había escuchado en las calles, una mente ocupada no extraña a nadie. El problema llegaba, cuando los compromisos sociales terminaban, cuando los orgasmos se acababan, y cuando tenía que acostarse al lado de un cuerpo que muchas veces se desdibujaba con el rostro de Kendall, ese era el verdadero karma, ese era el precio que tenia que pagar por haberse involucrado con Kendall Gibson. Él estaba atrapado en una celda que tenia el nombre, los labios, y la piel de esa chica que él no lograba sacarse de la cabeza, era casi cómica la forma en la que algo tan dulce como lo había sido ella podía llegar a convertirse en un verdadero calvario. -¿Qué haces aquí? Todos están dentro - Le pregunto Britney con una ceja enarcada, y cruzada de brazos, estaba cabreadísima, Ethan no era el novio que ella se había imaginado o esperaba. Pero sabia que solo era cuestión de tiempo para que él se adaptará a ella y sus costumbres, y solo eso hacia que soportar su mal humor y su carácter de mierda valiera la pena, al fin y al cabo, ya no eran niños, Britney pensaba en algo mas allá que en la universidad, ella pensaba en matrimonio, hijos, y una familia. Por insólito que sonase, ese había sido siempre su sueño, y realmente el color de ojos de Ethan en uno de sus hijos sonaba como algo que ella no podía rechazar, no iba a ser estúpida, sabía que algo rondaba la cabeza de Ethan, pero ella haría que él olvidara ese algo, era mujer, tenia todas las armas para hacerlo y las usaría sin dudarlo. -¿Ethan? - Ella chasqueo los dedos en su cara al ver que él no reaccionaba, y que parecía estar en todas partes menos allí con ella y su familia a la que le había costado aceptar que tuvieran una relación. -Solo estoy admirando la vista - Él soltó una sonrisa inexpresiva, entretanto se mantenía sumido en ese paisaje de luces, edificios y casas, pensando en cual de todos esos lugares estarías Kendall, y más que eso, con quien estaba y haciendo que. -¿Con eso? - Ella lo miro con fastidio deteniéndose en la botella de escoces que Ethan tenia en la mano, esa de la que ya se había bebido un poco más de la mitad, y que sin embargo aun no había sido suficiente para calmar eso dentro del pecho del chico. -¿Qué no es lo que se acostumbra a hacer? - Pregunto haciendo un ademan exagerado con la mano - Solo estoy brindando, Britt - La miro - Conmigo mismo. -Los brindis se hacen con compañía - Ella soltó un bufido cargado de exasperación - Y con champaña, así que muévete, necesito que te vean a mi lado. Ethan se quedo mirando fijamente por unos segundos el atuendo de Britney, ella lucía un corto y ajustado vestido color fucsia neón, sus atributos estaban al descubierto a excepción por la fina tela del vestido, se veía tan provocativa, que hizo que Ethan soltara una mueca de fastidio, Kendall jamás habría usado algo así, Kendall sabía que era bella y no tenía que demostrárselo al mundo. Y él sí que sabía lo bella y sensual que podía llegar a ser ella, Ethan la había visto como nadie nunca jamás, la había tocado donde ningún hombre había puesto sus manos antes, él sabía lo suave que era la piel de Kendall, sabia además , que tenía un par de cicatrices en su muslo izquierdo. -¿Para qué quieres que vaya? Esta claro que nadie me echa de menos allá adentro -Él señalo el interior con la botella. Era increíble lo estúpida que podía llegar a ser Britney cuando de las apariencias se trataba, y luego de pasar un poco más en su mundo, no la culpaba, ella era calcadita a su madre, ese mundo de mierda y farsa era lo único que Britney conocía, lo que hizo que él repentinamente sintiera un poco de pena por ella. -No quiero que mis padres empiecen a hacer preguntas -Soltó casi que como una súplica - Por favor, vuelve conmigo adentro, ¿Lo puedes intentar? - Ella se acercó hasta donde él que se había sentado en una banca - ¿Puedes no ser un completo imbécil solo por esta noche? Britney se acercó totalmente hasta donde él estaba, y se sentó a horcajadas sobre su regazo, haciendo el ademan de darle un beso, más sin embargo no lo hizo, su boca jugueteo con la de Ethan, sin hacer nada en específico, después se dirigió a su cuello, en donde beso con necesidad, sus manos estaban recorriendo el abdomen del chico, hasta desabrochar uno de los botones de la camisa de vestir color marfil que él llevaba puesta, sus dedos se colaron por entre la tela, haciendo que el frio contacto de su piel sobresaltara a Ethan. Él le agarro la cabeza con fuerza, obligándola a besarlo, y en ese momento ella no opuso resistencia, sus lenguas jugaron entre sí, profundizando más el beso, Ethan le mordió el labio inferior, buscando algo más, pero no era otra sensación, no era otro movimiento, ese algo más que él buscaba eran otros labios, unos mas delgados que los de Britney. Pero así mismo, unos más exquisitos, unos en los que él se había perdido en más de una ocasión. -¿Qué crees que haces? Alguien podría salir - Dijo Britney, en cuanto Ethan le agarro los senos descubiertos bajo el vestido. -¿Qué? ¿Papi y mami aún creen que eres virgen? - Se burlo mientras ella lo miraba con fastidio. -Si, y lo seguirán creyendo hasta que nos casemos - Bufo con autosuficiencia y total seguridad. -Yo no planeo casarme contigo, Britt - Aseguro volviendo a lo de antes, la botella de Whisky y los recuerdos de Kendall. -¿Qué acaso no te has dado cuenta Ethan? Estas solo, dentro de un par de años, no tendrás a nadie más que a mí, y entonces me rogaras para que me case contigo, para que no te deje solo - Ella soltó una sonrisa, que la hizo ver algo loca, en todo el sentido psicológico de la palabra. -Yo no estoy solo, tengo a Kendall - Dijo gravemente afectado por el alcohol, y con la firme intención de herir a Britney, sabía que Kendall se había vuelto su enemiga número uno e iba a usar esa información a su favor. -¿Kendall? ¿Dónde está ella ahora? - Britney se veía totalmente arrogante, y altanera, ella sabía de lo que hablaba, sabía que algo había pasado entre los dos, algo que parecia no haber acabado bien. -Ella… - Ethan titubeo. -Ella se aburrió de ti, al igual que todos, menos yo - Lo miro a los ojos. -¡Déjame en paz de una puta vez! - Britney tenía razón, todos lo dejaban siempre, todos terminaban alejándose, con Kendall no había sido la excepción y eso solo hacía que la bestia en su interior se revolcara pidiendo menos sobriedad. -Estas tan ciego Ethan - Ella continúo hablando, para luego detenerse en cuanto Ethan soltó un grito, y tiro la botella de Whisky contra la pared frente a él. Sin dar mas explicaciones, sin pedir disculpas, y antes de que la multitud se acercara hasta donde ellos dos estaban, Ethan salió por la puerta principal dispuesto a marcharse para no volver. Se subió en su motocicleta, y acelero tanto hasta donde le fue posible, la autopista estaba oscura y apagada, tanto o mas que el alma del chico que conducía con el alcohol embriagando su sangre, ese mismo alcohol que irónicamente lo hacía más fuerte y más vulnerable a la vez. -Tienes que salirte de mí maldita cabeza - Ethan aparco frente a una gasolinera donde había una tienda de 24 horas abierta, como si hubiera sentido que de repente el fantasma de Kendall se hubiera aparecido para atormentarlo en esa noche. Antes de terminar de enloquecer, el chico entro en la tienda buscando algo que lo ayudara con esa poca conciencia que aun le quedaba intacta, tomo una botella de ron del barato, y se dispuso a ir hacia la caja a pagarla para salir de allí lo antes posible. Tenia que ir a casa de Kendall, tenia que decirle que dejara de atormentarlo, y si tenia suerte, o estaba lo suficiente borracho, tenía que robarle también un beso que le devolviera el aliento. -¿Eso es todo? - Le pregunto la chica con el ceño fruncido. -A menos de que quieras ponerte en el carrito de compras, si, solo eso - Ella lo miro con una mueca y le recibió el billete que él le tendía. En casa de los Gibson, todo destilaba aire festivo y tranquilidad, habían puesto un árbol de navidad, y había luces que inundaban cada una de las habitaciones de la casa, el padre de Kendall había vuelto a casa hacia un mes, y su familia parecía que comenzaba a recomponerse de todos los estragos que había causado Ethan. Al final, habían tenido que contarle a Thomas, el padre de Kendall, de alguna de las cosas que sucedieron, ignorando algunos detalles, naturalmente, Thomas no se caracterizaba por tener un calmado temperamento, y tanto Kendall como Sophie temían que en algún momento Ethan y Thomas se toparan. Sin embargo había algo que le causaba tranquilidad da todos, Kendall se mudaría a la universidad en tan solo un par de meses, dejaría atrás todos los recuerdos y las cosas desagradables, y seguiría el rumbo de su vida tal cual como siempre había imaginado, y aunque la impaciencia por saber si Ethan estaría allí, en el mismo campus que ella la embargaba de vez en cuando, no pensaba dejarse hacer presa nuevamente por Ethan, suficiente daño le había causado él. Ella no se había recuperado del todo, aun escuchaba su voz, y sentí sus manos tocándola, pero todo era diferente en ese momento. -¿Tu, has invitado a alguien? - Le pregunto Sophie a Kendall en cuanto sintieron el sonido del timbre de la casa. -Yo, no - Ella titubeo - Le dije a Sam que si quería, podía pasarse un rato, pero no me confirmo - Ella miro con curiosidad su celular en busca de un mensaje, sin embargo no había ninguno. -Me gustaría conocer a ese tal Sam - Dijo Thomas con el rostro un poco contorsionado. No le gustaba que a su niña la estuvieran rondando chicos, pero no se le hacia nada extraño, Kendall estaba mas guapa que nunca, sin mencionar esa belleza interior de ella que la hacía prácticamente brillar y sobresalir. -Ya lo conocerás - Kendall volteo los ojos mientras se acercaba a la puerta a abrir. -Tenemos que hablar - La chica palideció ante la persona que tenia delante, Ethan se veía jodidamente sexy con esa camisa marfil y esos pantalones de vestir negros, su cabello estaba revuelto y sus ojos estaban peculiarmente brillantes. Enseguida el traicionero y mentirosos corazón de Kendall comenzó a latir desbocado, ella habría creído que volver a verlo no causaría ningún efecto en ella, es más, en algún punto había pensado que comenzaba olvidarlo, pero ahora que lo tenía delante, no podía sentir si no todo lo contrario a eso. Sus manos estaban temblando, sus piernas querían flaquear, y sus latidos eran una cosa de otro mundo, ella todavía amaba a Ethan, incluso aunque hubiera hecho todo lo contrario para no sentir tal cosa. -Kendall, bonita ¿Quién es? - Pregunto Thomas. -Nadie papá, vuelvo enseguida - Dijo para cerrar de inmediato la puerta tras de sí, no quería que su padre, y mucho menos su madre supieran quien era la persona que había decidido buscarla justo esa noche. -¿Qué quieres? - Ella se alejo un poco, y fijo su atención en él. -Creí que era mas que claro, te quiero a ti, Kendall - Él la tomo de la cintura, y la apretó un poco contra la pared tras de la chica, haciendo que ella de inmediato se percatara del olor a alcohol que emanaba de su boca. -Estas borracho, ya decía yo… - Soltó una risa decepcionada. -No estoy aquí solo por el hecho de estar borracho, estoy aquí porque quiero que me digas como mierda hago para olvidarte - Él siguió buscando la boca sonrosada de Kendall, su cuerpo le exigía contacto, no podía irse de ahí sin mas. -Ethan, por favor, mis padres están adentro, lo que tengas que decirme, hazlo después, envíame un mensaje, o lo que quieras - Ella siguió apartándose aun en contra de su voluntad, y de su piel que le rogaba por probar un poco más de Ethan. -¿Por qué tratas de resistirte? Me dijiste que me amabas - Dijo a lo que Kendall le respondió con una mueca. ¿Cómo se atrevía a decirle eso? Esas dos palabras, ese te amo era lo que ella menos quería recordar, porque recordarlo significaba darse cuenta de lo poco que los sentimientos de ella le importado a Ethan, él había pasado por encima de ella muchas veces, y esa noche solo le había ratificado que ella era no mas que una de las muñecas de su colección. -Tu no tienes derecho a decirme eso - Lo empujo - Tu no tienes derecho a reprochar nada de esa noche. -Tienes razón Kendall, entonces hagamos de cuenta que esa noche nada sucedió, solo déjame llevarte a un lugar donde podamos estar a solas - Ethan estaba completamente fuera de sí, no era dueño de sus acciones ni de sus palabras, y eso no estaba haciendo mas si no cabrear a Kendall. -Se me olvidaba lo cínico que puedes llegar a ser, yo no voy a ir contigo a ninguna parte, y necesito, de verdad - Kendall cerro los ojos por algunos segundos, meditando lo que le iba a decir a continuación - Que te vayas, y me dejes en paz, estoy bien sin ti ¿Comprendes? - Mintió, y sus ojos lo sabían tanto que de pronto empezaron a llenarse de lagrimas que ella no pensaba derramar. -No, no, ven aquí - Él volvió a agarrarla, acorralándola contra la pared - Bésame Kendall, dime que no has dejado de amarme, he sido un imbécil y necesito que me perdones, olvidémonos del pasado, por favor - Suplico con desesperación, al ver como los ojos de ella empezaban a tornarse de un leve color rojizo. -¡Apártate! - Kendall no iba a seguir soportando eso, ella no iba a permitir que él siguiera jugando con sus palabras, y sobre todo, con los sentimientos que ella tan ingenuamente había expuesto ante él - De verdad, déjame - Sollozo. -¡¿Qué esta pasando aquí?! - Thomas salió de la casa junto a Sophie, para averiguar porque Kendall estaba afuera - ¿Tu quien demonios eres? - Grito, alejando las manos de Ethan del cuerpo de su hija. -Papá, yo estoy bien, él ya se iba. -¡Es mejor que te quedes calladita! -Sophie miro acusadoramente a Kendall, no sabiendo que ella no tenía nada que ver con esa inesperada visita. -Yo no voy a irme - Ethan trastabillo un poco - Todavía hay cosas que tenemos que hablar - Dijo mirando a Kendall. -¿Qué demonios tienes que hablar con mi hija? - Volvió a gritar Thomas, interponiéndose entre ambos chicos - Vamos, habla, eso si la botella que tienes ahí te deja - Señalo el ron que él había dejado en los peldaños de la casa. -Tengo que hablar, pero con Kendall - Dijo con altanería. -No vas a acercarte a ella - Susurro Thomas, y realmente habría sido mejor que siguiera gritando, porque entones empujo a Ethan, haciéndolo tropezar con sus propios pies. -¡Este no es su maldito problema! Kendall está bastante grandecita - Escupió Ethan, y entonces, Sophie, Kendall, y el propio Thomas lo miraron con desprecio y sorpresa por su insolencia. -Thomas, déjalo, no vale la pena - Sophie agarro a su marido, justo cuando se disponía a echarlo, no iba a permitir que nadie le hablara así, ni a él ni a su hija. -Kendall, vamos, ven conmigo - Imploró, mirándola con los ojos descolocados - No me dejes marchar solo. Ese no era él, ese no era el Ethan del que ella se había enamorado, esa persona borracha, y con olor a tabaco no era él. -No puedo hacerlo, y ya puedes añadir una cosa más a la lista de todo lo que has destruido, has hecho añicos mi corazón, me has roto de mil formas diferentes, y lo lamento, pero no esperes nada Ethan, porque en lo que a mi concierne, tú estás muerto… - El chico sintió, como si de pronto ella le hubiera clavado un cuchillo en la espalda, y después lo hubiera retorcido haciendo que le sangrara el corazón. Y fue entonces cuando se dio cuenta del espectáculo que estaba haciendo, él estaba peor de lo que se había imaginado, estaba mas roto y jodido de lo que había estado nunca en su vida. Ethan se fue con el corazón en las manos, y Kendall entro a casa con sus padres, era mas que irónica la forma en la que se habían vuelto a encontrar, ambos estaban tan diferentes, ninguno era lo que el otro recordaba. Ella, por una parte, se había vuelto más segura, más valiente, e incluso Ethan juraría haberla visto más bella y hermosa que nunca, hasta le alcanzo a parecer, durante unos minutos, que sus ojos ya no lo miraban igual, como si ella de algún modo lo hubiera superado, y hubiera desecho de su vida cualquier recuerdo de él. Ethan por el otro lado, se había vuelto más vulnerable, su mundo era más caótico, y también estaba mas perdido de lo que recordaba haber estado en toda su existencia, su cordura ahora, pendía del hilo que sostenía entre sus manos una chica que parecía odiarlo. Podían llamarle karma, destino, o solo casualidad, pero nunca dos almas habían estado tan atormentadas por una misma causa, amor, el problema, y el quid de la cuestión era, si acaso el amor bastaba lo suficiente como para salvarlos y darles una oportunidad , sobre todo por aquello que aún les faltaba por vivir.

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