bc

Dime que no

book_age16+
1.1K
FOLLOW
4.7K
READ
HE
playboy
sweet
bxg
city
addiction
waitress
seductive
like
intro-logo
Blurb

¿Quién podría imaginarse que él, el más mujeriego del planeta, se vería envuelto en una relación sentimental...? ¡Con la única chica del planeta que no le da ni la hora!

Andrés va a tener que aprender a amar más a los demás que a sí mismo, mientras intenta conquistar a la chica de sus sueños y decidir si quiere continuar con su vida de fiestas o sentar cabeza en una relación seria... Si es que ella, al fin, le dice que sí.

Camila es completamente opuesta. Ella es tranquila, pero no se queda callada cuando algo le molesta. Tiene bien en claro lo que quiere, es decidida y no le teme a nada, pero este nuevo hombre en su vida la está haciendo dudar hasta de sí misma. Eso sí, no se cansará de decirle que no a Andrés.

¿Qué pasará entre ellos dos? ¿Se concretará lo que Andrés desea o ganará la frialdad de Camila?

chap-preview
Free preview
00
Andrés. No hay nada en este mundo que me vuelva más loco que el café... Excepto ella. Y puedo decir que es el mismísimo café hecho persona, desde su piel hasta sus ojos, incluso en el calor que su piel emana. Agrego, no solamente en su físico, sino que también me revitaliza cuando está cerca de mí; es como una inyección de cafeína que me llena de adrenalina. Es algo que jamás había sentido en mi vida y debo admitir que me asusta un poco. No imagino nada más que saborear su boca para saber si tiene el mismo gusto a aquella infusión. Creo que va a tener gusto a un café dulce, muy dulce, casi como la miel. Lo peor de todo esto, es que ella sabe que me vuelve loco, ¡pero no le importa! Yo no le intereso para nada, lo que me hace esforzarme el doble por conquistarla. Hay veces que se sonroja y sonríe, lo que me mantiene con esperanza. Espero poder estar con ella muy pronto. Necesito probarla, ¿quién sabe? Probablemente sea solo un capricho y, cuando termine de darme el gusto, la voy a dejar de admirar. Siempre me consideré un mujeriego. Siempre me gustó el contacto piel a piel con otra mujer, pero no siempre con la misma. Me gusta disfrutar de diferentes labios, de diferentes manos, de diferentes gemidos. Lo admito, me encantaba salir con una chica diferente cada noche, sin importarme si les rompía el corazón, pero ahora, desde hace dos semanas, no me importa nadie más que la morena con labios carnosos. —Galán, si la seguís mirando la vas a ojear —dice Celeste, la otra chica que trabaja con ella en la cafetería. Vengo tan seguido acá que ya es una amiga. Me río y despego mi vista de la morocha para poder recibir el café. Comparado con la chica que me gusta, Celeste es todo lo contrario. Su piel es tan blanca como porcelana, parece frágil y tierna. Su cabello oscuro le llega hasta los hombros y cubre su carita pequeña y redonda. Sus ojos azules me miran con un dejo de diversión mientras deposita la taza sobre la mesa y esboza una sonrisa. —¿Tenés trabajo? —interroga con interés. —No, mi hermano me mantiene —contesto entre risas, completamente sincero—. ¿Por qué? ¿Tengo cara de pobre? —Estamos buscando personal, y teniendo en cuenta que hace dos semanas que venís y no faltás ni un solo día, ¿no te gustaría trabajar acá? Me guiña un ojo y arqueo las cejas. Creo que me está haciendo un favor. —Me encantaría. —No puedo evitar sonreír ampliamente. A pesar de que tengo el número de la morocha, jamás me respondió un mensaje. Si trabajar acá me ayudaría a acercarme a ella, lo voy a hacer con mucho gusto. —Genial, ya le voy a decir que tenemos un nuevo empleado. —Suelta una risita y se va casi corriendo para hablar con su amiga, la cual está limpiando la máquina de café. Observo como cuchichean y la que me gusta abre los ojos de par en par, luego niega con la cabeza y sacude la mano con energía. Ojalá pudiera escuchar lo que dicen. —¡Che, vos! —Me llama mi futura chica desde el mostrador. Me aclaro la voz mientras me pongo de pie y me acerco a ella con paso galante—. ¿Estás seguro de que querés trabajar acá? No te veo muy trabajador... —Ja, ¡si me encanta trabajar! —replico sin dejar de sonreír. Me doy cuenta de que ella suprime una sonrisa y coloca sus brazos en jarra con seriedad—. Bueno, tenés razón, no trabajo mucho, pero soy músico y le puedo poner onda a este lugar —agrego encogiéndome de hombros. —¿Sos músico? —interroga Celeste con atención. Asiento con la cabeza—. ¡Genial! ¿Y qué tocás? —Canto y toco la guitarra. De hecho, tuve una banda y fui muy famoso, pero pasaron cosas —replico intentando sonar interesante y misterioso. La morocha dejó de prestarme atención hace rato, ¡me vuelve loco! La vuelvo a mirar y ella suspira con cansancio—. ¿En algún momento me vas a decir tu nombre? —¿De qué tengo cara? —cuestiona divertida, secándose las manos con un trapo. Celeste se va a atender a un nuevo cliente que llegó, así que aprovecho para hacer de las mías. —De que sos tremenda en la cama —digo relamiendo mis labios. Abre la boca con sorpresa y me tira el trapo por la cabeza, pero lo esquivo con facilidad. Me agacho para agarrarlo ya que terminó en el piso y se lo vuelvo a dar, rozando su mano con delicadeza—. Hablando en serio, tenés cara de... —Entrecierro los ojos haciéndome el pensativo—. Angeles. Se queda mirándome fijamente con incredulidad, pero no dice nada. Estoy más que seguro que le atiné, más que seguro que se llama así. Esbozo una sonrisa de suficiencia y vuelvo a mi mesa para terminar mi café. No sé por qué no puedo parar de sonreír cuando ella está cerca. Es hasta tal punto que me duele la mandíbula. Ahora entiendo a mi hermano cuando habla con su novia y la cara de estúpido que pone cuando la ve; debo estar teniendo esa misma expresión en este momento. Observo a mi alrededor y debo admitir que, a pesar de que la cafetería no es muy grande, es bastante acogedora. Parece una cabaña que aparece en películas gringas, con el piso y paredes de madera oscura. Las mesas son de cristal y tienen un mantel blanco muy fino. Además el color amarillento de las luces le da un aspecto cálido al lugar. Y ni hablar del exquisito aroma a café. Podría ser muy feliz trabajando acá, además, me daría un poco de independencia. Ya me da vergüenza pedirle plata a Emanuel para comprar café. Un grupito de cuatro chicas entra al local entre risas y las observo de reojo sin prestarles demasiada atención. Una de ellas se sienta en una de las mesas frente a mí, supongo que para reservar la mesa, y me doy cuenta de que no para de mirarme. Lo sé, soy hermoso, pero esta mujer ya me está comiendo con sus ojos negros. Como no me intimida, le sostengo la mirada con diversión. Se acomoda su cabello colorado con seducción mientras se cruza de piernas. Tiene cara de que se muere por probarme y eso alimenta mi egocentrismo. Observo cómo desabrocha algunos botones de su camisa y arqueo las cejas, la colorada va por todo. Mi antiguo yo ya habría señalado el baño para ir allí a cogérmela, pero mi nueva personalidad no me permite, menos sabiendo que estoy en el lugar donde se encuentra mi futura conquista. ¿Qué clase de embrujo tengo? ¿Acaso es posible que haya dejado de sentir atracción sexual por otras mujeres? ¡No puede ser! Voy a llevarme a la chica que me está mirando a la cama, tengo que probar y saber que sigo funcionando igual que siempre. Tomo lo último que queda de café con sorbos rápidos y me pongo de pie para dirigirme a la chica, pero sus amigas aparecen y hacen que me detenga. La colorada aparta sus ojos de mí y resoplo. ¿Por qué no voy a encararla? Antes lo hacía, no me importaba si había gente o incluso si alguna estaba con algún novio, yo jamás me quedé parado sin saber qué decir. Miro hacia el mostrador y veo a la morocha charlando con Celeste, sonriendo y sacudiendo su cabeza con emoción. En un momento gira su rostro hacia mi dirección y su sonrisa desaparece al instante, lo que me hace sentir un poco mal. Me hace un gesto para que me acerque, cosa que hago sin dudar, y suspira con pesadez en cuanto me pongo frente a ella. Lo que daría por probar esos labios justo ahora. —Empezás el lunes. No llegues tarde, no intentes seducir a las clientes, no trates mal a los que no saludan y, por favor, no te quejes de nada —expresa con velocidad. Yo no puedo evitar reír. —Morocha, cuántos más no me digas, más ganas voy a tener de hacer esas cosas. —Te doy una sola oportunidad... perdón, ¿cómo era tu nombre? —Andrés —le replico con gentileza y sin borrar la sonrisa—. ¿Y el tuyo, Angeles? Por primera vez suelta una carcajada natural y debo admitir que me encanta. ¿Qué son estas cosas que siento en mi estómago? ¡Ay, creo que eso es el amor! Voy a tomar algo de cerveza para ahogar y emborrachar a las mariposas antes de que sea muy tarde. —Para empezar, Angeles no es mi nombre. Y para terminar, te espero el lunes a las seis y media de la mañana. —¿Es una cita? —interrogo con tono seductor. Ella rueda los ojos—. Bueno, ¿pero por qué tan temprano? —Porque abrimos a las siete, mínimo tenés que estar media hora antes para ayudarnos a acomodar —replica Celeste como si estuviera diciendo algo obvio. Asiento lentamente y me encojo de hombros. —Perfecto. Entonces nos vemos el lunes, chicas. Antes de irme le guiño el ojo a quien va a ser mi nueva jefa y aprieta los labios con disgusto. Yo suelto una risita, me siento demasiado contento. Espero que este trabajo me depare cosas buenas y me dé la oportunidad de conquistarla. Voy a hacer lo que sea con tal de probarla aunque sea solo una vez.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Navidad con mi ex

read
8.5K
bc

Bajo acuerdo

read
6.6K
bc

La esposa rechazada del ceo

read
156.4K
bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
49.2K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
85.1K
bc

Tras Mi Divorcio

read
507.2K
bc

Yo, no soy él

read
87.9K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook