bc

El diablo está en los detalles

book_age16+
41
FOLLOW
1K
READ
billionaire
powerful
CEO
drama
bisexual
daemon
city
supernatural
harem
seductive
like
intro-logo
Blurb

El camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones. Dae Young lo sabe perfectamente, y nada se interpondrá en su camino para hacer de las aspiraciones de los ciudadanos de Los Ángeles su propio negocio, ni siquiera los intentos de un joven empresario por romper un contrato que firmó con él un año atrás, cuyas cláusulas estipulaban un precio imposible de pagar: su alma.

chap-preview
Free preview
Algo extraño en la noche
Era tarde, lo suficiente como para que incluso quienes se quedaban a hacer horas extras, hubiesen decidido apagar las computadoras y dejar sus sillas. Tarde como para que el personal de limpieza ya hubiese terminado también con sus labores y los carritos con trapeadores, cubos para el agua y botes de jabón estuviesen estacionados en sus sitios. Sin embargo, las luces todavía no se apagaban por completo, y había una ventana en lo alto del edificio, desde donde todavía provenía la luz.             Era tarde, sí, pero Lee Sung In, mejor conocido solamente como Louis Lee, se negaba a dejar su lugar todavía. Las preocupaciones lo llenaban, parecía haber entrado a una importante junta de trabajo en la que su mente quedó atorada. Nada iba bien: problemas con inversionistas, las acciones de la empresa, pagos retrasados… Los problemas no hacían sino agravarse desde los últimos meses; lo más difícil era lidiar con las sospechas de sus empleados, los escuchaba murmurar sobre los rumores escuchados en algún pasillo, o que alguien no pudo contener tras una de las juntas: la empresa estaba en riesgo.             La empresa que su familia había trabajado tanto por formar y hacer crecer desde hacía tres generaciones, el esfuerzo de tantas personas todavía fieles a la ideología que compartían bajo aquel techo… todo se iría por la borda si no hacía algo. El problema, no obstante, era la incertidumbre de no saber qué hacer a partir de ese punto.             Pasó una mano por su cabello castaño, mientras veía todavía a través del enorme ventanal rectangular con una bella vista de Los Ángeles. Su padre la usaba para inspirarse, saber qué más podría ofrecer a los habitantes; “Siempre innovar” era el slogan de la empresa, que buscaba abrir nuevos horizontes. Claro, pero muchos de esos horizontes estaban lejos de su alcance, o simplemente le cerraron la puerta de acceso. Era un peso enorme, le costaba mantener la espalda recta y la cabeza erguida.             Quedarse más horas no iba a hacer diferencia alguna, si ese fuera el caso, hubiese encontrado la respuesta desde un mes atrás, quizás antes, cuando notó que los números empezaban a ponerse rojos. Tal vez podía evitar la caída -pensó-, retomar el vuelo hacia lo alto, mas no hubo corriente alguna capaz de elevar de nuevo el papalote cuyo cordón sostenía desde hace unos años. Solo le quedaba planear un aterrizaje esperando no caer y enredarse en un árbol, o estrellarse y romperse contra el suelo.             Apagó todo y se fue. Recorrer los pasillos se sintió como una despedida, el final se asomaba por las sombras del estacionamiento y, escapando de esa sensación, condujo hasta la zona de vida nocturna, donde los bares y clubes daban la bienvenida con sus luminosos letreros y luces de neón. Aquel no era el camino a casa, ¿y qué? Quizás una copa en compañía de algún extraño no estaría de más, solo una vez, para escapar de su mente, del estrés del trabajo, de la desesperación en que aquello lo sumía.             Al bajar del carro, la noche trajo una brisa cargada de algo diferente y difícil de explicar, una sensación casi como de ensueño. Debía ser el cansancio, su cuerpo pidiéndole a su mente apagarse pronto para poder recuperar las noches de poco sueño. Sonrió de lado, una curva plagada de amargura; sí, tal vez esa noche podría dormir por fin, tal vez podría alejarse de esa pesadilla con la misma facilidad en que su oficina quedó atrás. Lo necesitaba: un respiro, un poco más de tiempo, quizás un milagro.             “Louis Lee”. Parecía que el club lo llamaba en invitaba a adentrarse en su tenue iluminación y la música cuyo bajo reverberaba sobre su pecho, como si fuera capaz de modificar el latido de su corazón. Resultaba extraño, nunca había entrado a ese lugar y no porque fuese desconocido, más bien no era la clase de lugares que frecuentaba en compañía de sus amistades más cercanas. Eran más de esos planes caseros, donde podían decir y hacer casi lo que quisieran sin ser el centro de atención de miradas ajenas. Tal vez debió llamarle a alguien para ir acompañado, ¿por qué no? Los hermanos Felix y Mila Friedman siempre aseguraban la diversión, era casi como estar en su primer año de universidad de nuevo.             Sonríe de lado. Qué viejo se sentía al pensar tanto en el pasado y en el futuro, olvidándose del presente. El porvenir le preocupaba, el pasado le causaba melancolía pues ahora todo parecía haber sido más sencillo en aquel entonces. Sentado a solas en uno de los banquillos de la barra, sacude su cabeza y sostiene el vaso de whisky en las rocas.             “¿Esperas a alguien?”             Louis alzó la mirada hacia su costado, donde se encontró con otro hombre joven, en apariencia de su misma edad. Tenía un porte regio, su voz era profunda, y algo extraño parecía emanar de él, una energía como la que sintió al salir de su carro minutos atrás. Volteó hacia los lados, lo escuchó reír.             “Sí, te hablaba a ti.”             “¿Nos conocemos?”, preguntó Louis, perplejo. En realidad, no sería la primera vez que un hombre se le acercase para ligar en un bar o club nocturno, tampoco sería la primera vez que aceptaría beber y quizás alargar el encuentro, si es que su humor mejoraba un poco.             “Dae Young. Min Dae Young. Mucho gusto.”             El cabello más o menos largo enmarcaba parte de su rostro, hasta la altura de los pómulos bien definidos. Llevaba una camisa blanca que cambiaba de color según lo hacían las luces. Los primeros dos botones estaban estratégicamente desabotonados, así lo parecía. Louis observó la mano extendida hacia su dirección y se animó a sí mismo a estrecharla.             “Louis.”             “¿Solo Louis?”             “Por ahora sí.”             Dae Young sonrió encantado con la respuesta e hizo una señal al joven barista para que le sirviera un trago también. El empleado no tardó nada en poner el vaso sobre la madera de la barra.             “No me respondiste, supongo que sí vienes solo, ¿no?”             “¿Qué te hace pensar eso?”             “Tu bebida,” la señaló con la mirada antes de beber. “Usualmente los que están solos o tienen algún problema difícil piden así el whisky. Solo pocos lo disfrutan de esa manera.”             “¿Y qué hay de ti?”, atajó Louis mirando que el otro tenía lo mismo para beber.             “Soy de los últimos. Solo lo disfruto.”             Había algo extraño también en su voz, era aterciopelada y parecía invitar a recostar la cabeza sobre su pecho. Ante esa idea, Louis se giró hacia el frente, bebiendo un poco más. No pensaba hablar con un extraño de sus penas, y terminar usándolo como un paño de lágrimas. Era Louis Lee, no una pobre alma en desgracia que estuviese ahí para ahogar las penas en alcohol. No, él estaba por encima de eso. Sin embargo, había algo raro esa noche, lo suficiente para que Louis se quedase a hablar con Min Dae Young.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Prisionera Entre tus brazos

read
83.5K
bc

La esposa rechazada del ceo

read
152.0K
bc

Mi Pareja Tiene Dos Lobos

read
1K
bc

Navidad con mi ex

read
7.9K
bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
47.5K
bc

Bajo acuerdo

read
4.2K
bc

Tras Mi Divorcio

read
503.6K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook