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Entonces...¡Ámame!

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Blurb

Olivia Willes lleva una vida casi perfecta. Tiene una familia que adora, el trabajo de sus sueños y una mejor amiga que no cambiaría por nada. Sin embargo, algo le falta para sentirse completa. El amor. Toda su vida ha estado enamorada de Daniel, aun sabiendo que solo un milagro podría permitirles estar juntos y ser felices. ¿Qué pasará cuando ese milagro esté al alcance de su mano? ¿Aprovechará la oportunidad o dejará que sus inseguridades los separen para siempre?

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Capítulo 1
Mi octavo cumpleaños. - ¡Mamá! –Corro hacia mi mami estirando mis brazos. Ella se agacha y me abraza fuertemente. Es la mejor mamá de todo el mundo y la quiero mucho. - ¿Te gusta tu cumpleaños? –Me pregunta. Asiento sonriendo y mostrando todos mis dientitos, a ella le gusta cuando sonrío. El jardín lleno de mis amigos corriendo de un lado a otro y jugando con los animales que mi papi consiguió. Mi tía Alice quería conseguir un castillo de princesa porque dice que soy la princesa de papá, pero a mí no me gustan los castillos. Amo a los animales y pedí mi cumple con muchos de ellos. Mamá tenía miedo de que algún animal me mordiera y no estaba de acuerdo, pero papá me dijo que si quería animales iba a tener animales. Se llevó a mamá a su oficina y cuando volvió mamá estaba riendo y me dijo que si podía tener animales.  - ¿Dónde están tus hermanos? –Pregunta mami. -No sé –Me encojo de hombros. Estarán por ahí haciendo arte como dice mi nana. Siempre se meten en problemas. Son muy molestos. Mamá los reta mucho, pero a ellos parece causarle gracia. -Mmmm…-Dice mami– Voy a buscarlos, vuelve a jugar. Asiento y vuelvo saltando hacia mis amigos que están mirando al lagarto que sostiene una mujer. -Son animales muy tranquilos, de sangre fría –Dice la mujer. –Les encantan los insectos, huevos, serpientes y mamíferos pequeños. ¿Quieren tocarlo? Todos gritamos sí y formamos una fila conmigo adelante porque es mi cumpleaños. Estiro mi mano para tocarlo, pero me empujan al suelo. Todos se ríen y miro al niño de mi clase que me empujó, parado señalándome y riendo. Mi rodilla está raspada y me duele. Todos mis amigos se ríen muy fuerte menos mi amiga Lucía que se acerca a levantarme. Mi papi me llama y viene corriendo. - ¿Qué te pasó? –Comienzo a llorar y señalo mi rodilla. -Me duele. Él me levanta y me lleva adentro de casa. - ¿Mi princesa se lastimó? -Sí, Mauri me empujó. -Pobrecita, no te preocupes que papá se va a encargar de ese Iván. Nana nos ve desde la cocina y se acerca a mirar mi rodilla. -Ah niña, nana te va a limpiar y estarás como nueva. Papá me lleva al baño y me deja con nana para ir a buscar a Iván. Nana me cura despacito porque me duele y me pone una bandita de pandas, mi animal favorito. Le da un beso a mi rodilla que me hace cosquillas y me baja al suelo. -Listo, quedaste como nueva. ¿Quieres cambiarte por otro vestido? - Señala la mancha verde en el mío por la caída. Asiento. Nana me lleva hasta mi cuarto y me cambia de vestido. Cuando estoy lista me acompaña a la cocina y me da un caramelo de los que esconde siempre de mis hermanos. -Listo, vuelve a la fiesta. -Gracias. Cuando vuelvo al césped veo a mi papá regañando a Iván y a los niños que se rieron de mí mirando para otro lado. Mi amiga Lucía está susurrando algo en el oído de mi mamá y mi tía Alice regaña a mi primo Noah por no defenderme. - ¡LIVIE! -Mi tía Julia viene corriendo y comienza a girarme. - Feliz cumpleaños bella. Me suelta y besa toda mi cara. -Noo - Río. Mi tío Phill está detrás de ella y también me levanta besando mi mejilla. -Feliz cumpleaños niña. -Dice sonriendo. Miro detrás de ellos esperando ver a Daniel, pero no lo encuentro. Mi tía se da cuenta y señala mi casa. -Está dentro, sabes que no le gustan las fiestas. Todavía no entiendo como este hijo mío odia disfrutar de las personas, la música y las fiestas. No termino de procesar que no quiso festejar su cumpleaños. -Puede parecerse a ti físicamente, pero por dentro ese muchachito es igual a su papá. -Dice mi tío Phill. Mi tía lo golpea en el hombro y él la rodea con los brazos levantándola. Me río de los gritos de mi tía hasta que mamá aparece y me voy para buscar a Daniel. Se exactamente dónde está. Siempre que viene a mi casa le gusta jugar en dos lados, mi cuarto o la biblioteca de papá. Pero como hay personas entrando todo el tiempo sé que estará en mi habitación. Corro por las escaleras y llego a mi cuarto. Daniel está recostado en mi cama con una caja envuelta junto a él y un libro en sus piernas. Me río y corro hacia él saltando sobre la cama. - ¡Daniel! -Me acerco y lo abrazo. A él no le gustan los abrazos, no le gustan las cosquillas, jugar con amigos ni nada con personas. Es algo raro, mi tía Julia me dijo que tenía algo que se llama atismo creo, por eso no le gustaban las fiestas. Solamente le gusta pasar tiempo con su papá, su mamá y conmigo. Tampoco juega con mis hermanos, dice que son ruidosos y lo molestan. -Feliz cumpleaños Liv -Dice bajito. Me entrega la caja y se la saco de las manos emocionada por el regalo. Desenvuelvo la caja y me emociono cuando veo que es una colección de libros de animales. - ¡Me encanta Daniel, gracias! Me ayuda a sacar cada libro y se queda conmigo mirándolos. Se dividen en diferentes grupos, insectos, peces, mamíferos. Son increíbles, tienen muchas fotografías e información de cada animal. -De verdad me gusta mucho. -Lo elegí yo, sabía que te gustaban los animales y convencí a mamá que lo comprara. Ella quería regalarte un castillo de princesa. -Uy no, gracias por elegir mi regalo. -De nada. -Nos acomodamos en la cama, cada uno con un libro y miramos las fotografías de los animales. Nos quedamos mucho rato mirando animales hasta que escucho a papá llamarme muy fuerte. Me levanto de la cama y me acerco a la puerta. Papá viene corriendo y me aprieta cuando me alcanza. -Ay Oli. – Dice en mi oreja. -Papi, me estás apretando muy fuerte. – Me suelta un poco me mira raro - ¿Qué pasa? – Pregunto asustada. Me está apretando muy fuerte. - Papi no puedo respirar. – Gimo. Me suelta y me revisa de arriba abajo. - ¿Estás bien? ¿Por qué no contestabas? – Me agita un poco. – ¡Llevamos mucho rato buscándote! Está molesto. Mis ojos se humedecen y agacho la cabeza. No sabía que había pasado tanto tiempo.  -Estaba aquí con Daniel, me regaló libros de animales y me quedé mirándolos. ¿Pasó algo? Vuelve a abrazarme y besa mi cabeza. -No no, es que no te encontraba y me asusté. -Mi tía Julia sabía que iba a estar aquí. -Tu tía Julia está entretenida con tu tío Phill y ni se ha enterado que estábamos buscándote. Papá me suelta y Dani se baja de la cama. Mi mami entra corriendo y se detiene al verme en los brazos de papá. Baja los hombros y se acerca a abrazarme. Me encantan tantos abrazos. Se acerca y ve a Dani mirándonos con el libro en su mano - ¿Qué hacían aquí? – Daniel levanta su libro. - Estábamos viendo animales – Susurra contestando la pregunta de papá - Ohh ¿es tan bueno que no me escucharon gritar? - Si, lo siento mami. – Le digo apenada. - No sabía que estabas buscándome. - No pasa nada, volvamos a la fiesta. Tomo de la mano a papi y volvemos al jardín. Daniel viene detrás de nosotros y veo que se encoge mirando a mis amigos. - ¿Quieres jugar? – Le pregunto. - No gracias. – Se aleja y vuelve con mi tía Julia que está riendo con mi tía Alice. Cuando ve a Daniel lo toma del brazo y lo acerca a ella abrazándolo, como papá hizo conmigo. Veo que le susurra algo y después me mira fijamente. Asiente a lo que Daniel le dice y sonríe guiñándome. ----------------------------------------------------- Mi cumpleaños dieciséis. Mis padres accedieron a que tuviera una pijamada por mi cumpleaños y no puedo estar más contenta. Nunca había tenido una y tampoco he podido asistir a las de mis amigas porque mis creadores no estaban de acuerdo en que me quedara en una casa desconocida. Ni siquiera en la de mi mejor amiga Lucía que era como mi hermana, pero bueno cuando papá decía no, era no. Cuando les pedí hacer una para mi cumpleaños solo accedieron porque estaba en casa y ellos podrían controlarme a gusto. No entiendo todavía tanta sobreprotección, pero supongo que todos los padres son así, algunos exageran más que otros, claro está. Mi mejor amiga, junto a otras tres amigas del colegio, decidieron venir con una tienda de campaña cada una. Llevan sobres de dormir enormes con bolsos que parecen estar a punto de reventar. Demasiado para una noche, pero las conocía perfectamente y la discreción no formaba parte de sus vidas. Después de acomodarnos en la sala armamos un fuerte juntando los sofás formando un cubo enorme y lo cerramos con sábanas. Desplegamos los sobres y vi por qué parecía que cargaban con una tonelada de cemento en vez de sobres de dormir. Había una pila de revistas, linternas, chuches de todo tipo y por supuesto una botella de alcohol. Las miré sorprendida y ellas escondieron enseguida la botella. - Es para cuando estemos solas. – dijo Mandy mirándonos a todas. – No digan nada. – todas asentimos. Jamás en mi vida había probado nada con alcohol y la verdad es que me moría por hacerlo. Solo esperaba no emborracharme porque mis padres de seguro me encierran de por vida. Ordenamos todo dentro del fuerte y salimos corriendo a la cocina. Entramos empujándonos unas a otras riendo, pero al ver a mi madre de brazos cruzados nos detuvimos en seco. - Niñas. – Dice mamá entrecerrando los ojos. Oh mierda…se dio cuenta de la botella pienso. Mis amigas se tensan y me miran nerviosas.  - ¿Si mami? – Digo tragando fuerte. Ella me mira unos segundos y es todo. Estaré castigada de por vida. - ¿Quieren pizza o cocino algo? – Pregunta. Suspiro aliviado y mis amigas se relajan tanto que temo que caigan al suelo derretidas. - Pizza mejor. – Decimos todas. - Muy bien. Toma el teléfono y se va. - Creo que me relajé tanto que acabo de orinarme un poco -bromea Lucía. Todas nos reímos a carcajadas. Les sirvo un vaso de refresco y nos ponemos a picotear los saladitos que preparé con mi nana en la tarde. Hablamos del colegio y de los maestros que odiamos, todas coincidimos que el peor era el de matemáticas. Ese profesor estaba empeñado en que todos debíamos dedicarle las horas del día a su materia. El señor López es como el demonio en persona. Nada le gusta y siempre está buscando algo para bajarte puntos. - Creo que su mujer lo tiene en sequía. Es la única explicación. – Dice Mandy. Todas asentimos riendo. La mayoría de mis amigas, excepto Lucía y yo, tienen novio o han estado con algún chico. Es algo que me molesta un poco. Yo ni siquiera di mi primer beso y es deprimente. Esperaba haber dado, aunque sea un pico a algún chico para mis dieciséis, pero ni eso. Algo en mi debe estar realmente mal. No soy una diosa, pero tampoco soy fea, me considero normalita. Cabello negro, ojos claros como mi padre y la piel pálida de mamá. Le pedí miles de veces que me permitiera broncearme para tomar algo de color, nunca pude convencerla. A veces envidio tremendamente a mis amigas con sus padres no tan estrictos. Mi familia está decidida a mantenerme en una caja de cristal y no entiendo por qué. Siempre he sido la mejor hija, voy bien en la escuela, no tengo vicios, hago muchas actividades extracurriculares y encima soy partícipe activa de la fundación de mamá para luchar contra la leucemia. Tal vez si me dieran un poco más de libertad podría encontrar un chico para mí. Suspiro pensando en ello. - Oli – Vuelvo en mí y miro a mis amigas – Parecías ida. ¿En qué pensabas? Pienso decirles la verdad, pero me da vergüenza. Lucía me mira y asiente sabiendo exactamente en qué estaba pensando. Es la única a la que le cuento todo. - En que me muero por una pizza hawaiana – Digo seria. - Noooo– Dice todas – Qué asco. Me río porque ninguna es fan de lo agridulce. - ¿Qué tienen en contra de la piña? – Cuestiono. - No tenemos nada en contra de la piña, creo que es genial sola, pero en una pizza es pecado – responde Lucía. - No saben apreciar la buena comida.   Pasamos los siguientes veinte minutos discutiendo sobre comida hasta que el timbre suena. - Debe ser el repartidor. – Digo bajándome del taburete y tomando el dinero que mamá me dejó. – Esperen aquí. Corro a la entrada y abro la puerta. - Hola – Me detengo en seco al ver a Daniel y Noah parados frente a mí con un bolso cada uno en la mano. - Hola chicos – Digo haciéndome a un lado. -Pasen. - ¿Está todo bien? – Pregunto. -No sabía que vendrían. Desde hace un par de años mi amistad con Daniel se ha ido enfriando. Éramos inseparables de pequeños, pero una vez comencé la secundaria, de un momento a otro y sin razón aparente, él no quiso seguir con nuestra amistad. Decidió que le aburría estar conmigo y se apartó dejándome muy dolida ya que lo consideraba mi mejor amigo. Por eso me sorprende verlo hoy, hacía meses que no aparecía por mi casa, a diferencia de Noah, que todas las semanas se junta con mis hermanos. Ambos entran y dejan sus bolsos en la sala junto al fuerte que armamos. Noah levanta una ceja mirando nuestra creación y me encojo de hombros. -Las chicas necesitamos privacidad. -Explico. -Entiendo ¿Trajeron alcohol verdad? -Pregunta. -Shhh ¿quieres que mis padres me maten? -Susurro. Noah suelta una carcajada. -Feliz cumpleaños prima. - Me abraza y sorprendiéndome comienza a girarme. - ¡Bájame o te vomito encima! -En menos de dos segundos estoy en el suelo. -Hoy me bañé así que ni se te ocurra -Dice. -Jaja, ¿qué hacen aquí por cierto? - Daniel en todo momento mira el suelo y realmente me lastima. -Es tu cumpleaños. - Contesta Noah. -Si, pero la fiesta en familia es mañana. -Mis padres decidieron salir en una cita doble con los padres de este loquillo. -Dice Noah empujando juguetonamente a Daniel - Teníamos que elegir quedarnos con la abuela de Daniel y Leah o con tus hermanos, y déjame decirte que estar con Leah en este momento no es la mejor opción. - ¿Por? -Está en la fase odio a todo el mundo. -Qué horror, bueno, voy a buscar a mis padres para avisarles. Los chicos están en su dormitorio haciendo algo nada bueno supongo y mis amigas están en la cocina así que están en su casa. -Gracias primita. - Dice Noah. Me causa mucha gracia que me traten como si fuera pequeña cuando de hecho soy la mayor de todos. Aunque en lo que respecta a mi físico no lo parezco. Tengo la estatura de mamá, un metro sesenta y cuatro mientras que Noah y Daniel están llegando al metro ochenta. Al pasar por la cocina veo a las chicas murmurando algo mientras miran hacia la sala excepto Lucía. Mi mejor amiga y Noah no se llevan muy bien que digamos. De hecho, se odian y es algo que no ha parado desde que a Noah lo transfirieron a mi colegio. Creo que en secreto se gustan, pero no lo tengo claro del todo. Llegando a la oficina de papá abro la puerta mientras hablo. - Papá podrías… - Me detengo al ver a mi madre sentada en el regazo de mi padre besándolo y no quiero imaginar que más. - ¡Por Dios! – Digo tapándome los ojos. - ¡Olivia! – Dice mamá. Les doy la espalda y espero a que se arreglen un poco. - ¿Están decentes? – Pregunto. - Si – Dicen ambos. Me doy vuelta nuevamente y les doy una mirada asesina recriminándolos. - La próxima vez cierren con llave -Regaño -Me han causado un trauma.  - La próxima vez toca. – Dice papá. Ruedo mis ojos. - ¿Qué querías? – Pregunta mamá. - Daniel y Noah están en la sala. – Señalo la puerta. – Sus padres salieron y creo que quieren pasar la noche aquí. Volvemos a la sala y me detengo al ver a mis amigas rodeando a Daniel y Noah. Todas están sobre ellos como hienas excepto Lucía que mira con molestia a Noah mientras él está feliz con la atención que recibe. Que puedo decir, Noah adora que lo adoren. Daniel por otro lado comienza a mover sus manos e intentando alejarse de las chicas demostrando su incomodidad, pero Mandy, que está frente a él sin notar las expresiones de Daniel no se aleja.   A los diez años entendí que Daniel tenía Trastorno del Espectro Autista y poco a poco comencé a comprenderlo mejor. Mi tía Julia un día se sentó conmigo y comenzó a explicarme por qué a Daniel no le gustaban ciertas cosas, personas y no transmitía emociones. Aunque su TEA es leve y no le impide comunicarse, le cuesta comprender los sentimientos de los demás y los suyos propios. Se obsesiona con determinadas cosas y no puede relacionarse con las personas con fluidez. Y este era uno de los momentos donde se estaba poniendo muy incómodo, así que me acerqué a él y lo tomé del brazo apartándolo de Mandy. Todos pararon de conversar y me miraron por el repentino arranque, Mandy frunciendo el ceño sin entender nada. No conocen a Daniel y por supuesto no saben que tiene TEA, para ellas es un chico más al que intentar conquistar. Daniel se pone algo inquieto así que miro a mamá para que me ayude. Ella señala la biblioteca y me lo llevo para que esté en un lugar silencioso. No le gusta estar rodeado de personas y menos de una banda de chicas chillonas. Nos guío a la biblioteca y solo una vez que cierro la puerta, y el ruido de la sala se corta. -Gracias. -Murmura. -Ni lo menciones, lamento lo de mis amigas. - Nos miramos algo incómodos. Ya ni siquiera creo conocerlo. Desde la última vez que lo vi ha cambiado físicamente, ha crecido mucho, tiene músculos donde antes había flacidez y su voz se ha vuelto más gruesa. Creía que los chicos maduran después de las chicas, pero Daniel parece ser la excepción a la “norma”. Pasan segundos sin que nadie hable y realmente me pone incómoda. -Debería volver a la sala. -Digo. El asiente y encoje sus hombros. Suspiro frustrado y voy hacia la puerta. -Oli -Dice tan bajito que apenas lo oigo. -Feliz cumpleaños. -Gracias -Giro el pomo de la puerta, pero antes de abrirla me volteo. - ¿Daniel? Levanta su cabeza y me mira. - ¿Te hice algo? -cuestiono -No entiendo. -responde. Me alejo de la puerta y camino hacia él deteniéndome a un metro de distancia. -Eras mi mejor amigo y de repente…- Nos señalo. - ¿Hice algo que te molestara? Si es así, lo lamento. Realmente no me di cuenta. Dejaste de hablarme, de escribirme, ya no vienes a mi casa. Algo tuvo que pasar ¿cierto? Y por más que intento comprender qué hice para molestarte no logro hacerlo. Baja la cabeza y niega. -No eres tú Oli, el problema nunca fuiste tú. -Entonces ¿por qué…. - No quiero hablar de eso. - Pero…- Insisto. - Nunca fuiste tú, eres perfecta Olivia. -Dicho esto se aleja de mí hacia uno de los sillones en la esquina de la biblioteca y se pone a buscar un libro dándome la espalda. - ¿Por qué dices eso? No soy perfecta, nadie lo es. ¿Y qué tiene que ver con nosotros? Poco a poco comienzo a enojarme por sus palabras. ¿Acaso fui superficial en algún momento y le molestó? No entiendo que quiere decir. Me acerco y sujetándolo del brazo lo volteo para enfrentarlo. -Explícate. -Pido. -No hay nada que explicar, tu eres perfecta. Hermosa, todos te adoran y no tienes problemas para hablar con las personas, mientras que yo soy un maldito raro. Sus palabras me golpean duro. - ¿Crees que eso es lo que pienso de ti? -Es lo que todos piensan de mí. -Contesta y su voz suena derrotada. Subo mi mano a su rostro y lo obligo a levantar la cabeza. -Yo no pienso que seas un raro. Jamás en mi vida esa palabra pasó por mi mente al verte o estar contigo. -Los demás lo hacen. - ¿Y por qué los demás lo hacen ya no quieres ser mi amigo? -No es solo eso. - ¡Entonces no entiendo! -Oli yo… La puerta se abre y papá entra con mamá detrás, ambos susurrando algo. Se detienen mirándonos y mamá frunce el ceño fijando su mirada en mi mano sobre el rostro de Daniel. - ¿Pasa algo? -Pregunta. Daniel baja mi mano de golpe y se aleja volviendo a los estantes. -Nada mamá, solo hablábamos. -Contesto. -La pizza acaba de llegar y tus amigas están algo inquietas. -Dice dándome a entender que son unas locas y necesitan calmarse. -Voy. -Digo dejando a Daniel en la biblioteca. Suspirando me dirijo a la cocina. Mis amigas ya están cuchicheando sobre los chicos y no paran de alagar a Noah. Intento no prestarles atención mientras abro las cajas de pizza. Es bastante ya que pedimos tamaño familiar, mejor que sobre y no que falte ¿verdad? - ¿Quién es ese Oli? – Pregunta Mandy. Todas entran en la cocina menos mi primo. – El chico que estaba con Noah. Es todo un bomboncito -insiste ella. - ¿Por qué quieres saber? ¿Tienes novio no es así? -Pregunto más fuerte de lo que pretendía. Todo el murmullo para y Mandy me mira sorprendida. -Es Daniel un amigo de la familia -Explico. - ¿Y Daniel tiene novia? -Pregunta otra. - No sé. – Me encojo de hombros -¿Por qué les interesa? -Es muy atractivo, me gustaría conocerlo. -Tiene catorce. -Digo. - ¿Y? No lo parece así que no sería un problema para mí. -Responde ella. Voy a contestarle cuando Lucía interrumpe. -No sabía que tu primo estaría hoy -Dice refiriéndose a Noah. -Yo tampoco, sus padres salieron así que va a pasar la noche. -Va a fastidiar la noche querrás decir. Suelto una risita porque parece realmente molesta por la presencia de Noah. El pobre ni siquiera está con nosotras. De seguro ya debe haberse conectado a algún juego en línea con mis hermanos. Todas estamos hambrientas y comenzamos a devorar la pizza hasta que escucho a mis hermanos bajar corriendo como salvajes. Van a arrasar. Entran como manada a la cocina y toman varios trozos apilándolos sobre sus manos y pasando por encima nuestro. En menos de dos segundos se han llevado diez trozos de pizza y han desaparecido.  A veces pienso que cambiaron a mis hermanos en el hospital y en su lugar nos dieron unos animales. Mis padres aparecen con Daniel y se sientan en la mesa. Él me mira fijamente, sigue sorprendiéndome eso ya que nunca fija la vista en nadie a excepción de su padre y de mí. Su mirada me provoca un cosquilleo en la nuca llevando mi mano allí para quitar la sensación. Me estiro y tomo un plato descartable entregándolo. - Gracias. – Dice. - Entonces Daniel ¿Cuántos años tienes? – Pregunta Mandy mirándome maliciosa. Ya le contesté esa pregunta, pero supongo que no creyó mi respuesta. La miro de reojo y literalmente parece una hiena a punto de saltar sobre su presa. Creo que hasta babea un poco. Mi mirada asesina la fulminaría, pero ella no le da importancia. - Tengo catorce. – Dice tomando un trozo de Pizza. - ¿Qué? -Pregunta mirándolo - ¿Solo catorce? Pareces de nuestra edad o más. Tienes un gran físico -Se lame los labios y la rabia comienza a circular dentro de mí. -Qué deliciosa está la pizza -Dice Lucía cambiando de tema. - ¿Quieres un refresco? – Pregunto ignorando a Mandy. Daniel solo me mira. Señalo la heladera y el asiente. Le entrego una lata de cola con un sorbo porque sé que no le gusta poner su boca directo en la bebida. - Voy con tus hermanos y Noah – Dice con su voz grave. Toma la lata de cola de mi mano, rozando mis dedos al hacerlo. Lo miro sorprendida, pero él solo se da la vuelta y se va.  - Ahhh lindo chico – Mandy estira sus brazos y forma garras con sus dedos. -Calmante, pareces desesperada. – Dice Lucía. - ¿Vieron esos músculos? – Gruñe y todas se echan a reír al verla. -Le daría unos dieciocho. - Así que ¿es algo así como tu primo? – Pregunta Cami. Todos los ojos están en mí. - Es hijo de mis tíos, bueno no son mis tíos en realidad, son muy amigos de mis padres y ya son parte de la familia, son como mis tíos postizos. – Contesto nerviosa. - Entonces Daniel es como tu primo. – Presiona Mandy. – ¿No te pone ni un poquito ese bombón? - No lo veo mucho y nunca me fijé en él de esa manera. – Una mentira que a Mandy no satisface. - Es muy guapo para no fijarse en él, aunque es algo raro. -Insiste. -No es raro. Solo no le gusta mucho el ruido y las personas. -Ves, eso es raro. ¿A qué chico no le interesan las chicas, salir con amigos y festejar? -No a todos nos gusta vivir de joda Mandy. -Rarito. -Murmura. Todas se callan y las miro sin entender, Lucía hace un gesto con la mano y me doy vuelta para ver a Daniel en la puerta. Obviamente escuchó todo, y por su expresión sé que le afectó. 

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