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Bebé Millonario

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Sally esta metida en muchos problemas... Serios problemas. Pero no se da cuenta de ello hasta que tiene "el agua hasta el cuello" literalmente hablando.

Después de una noche demasiado alocada llena de alcohol y otras cosas, Sally empieza a notar que ciertas cosas están cambiando... Y no precisamente de manera positiva, o por lo menos no todas.

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Capítulo Uno.
இ═══════இ Sally Hoy como todos los días hago mi rutina de diario, me levanto cinco minutos antes de que suene mi despertador, busco la bata de baño y preparo la tina, agua tibia, más fría que caliente por que debo mantener la firmeza de la piel. Siete y cinco de la mañana, mi cuerpo ya debe estar dentro del agua mientras hago una llamada importante, reviso que no haya nada extraño en mis senos, venir de una familia propensa al cáncer es algo con lo que me da miedo vivir, así que soy demasiado paranoica con ese tema. El recordatorio de la fiesta de hoy aparece en la pantalla principal de mi celular, me gustaría ir pero tengo mucho trabajo el día de hoy, así que lo dejo pasar. Me relajo y dejo que el aroma de los aceites me llenen los pulmones con cada respiración que doy, no siempre tengo una mañana tan reconfortante y tranquila. Y entonces golpes salvaje e insistentes amenazan con romper la puerta de mi pequeño paraíso que yo llamo hogar. Me levanto muy molesta y me pongo la bata de baño, voy dejando mis huellas por todo el piso, odio ser interrumpida. Abro la puerta de golpe, mi error. Sus ojos furiosos me escanean y yo siento que me petrifico. Trato de cerrar la puerta pero su fuerza es el doble que la mía así que es en vano, trato de correr pero descalza y mojada solo lo hace imposible. Me toma del cabello y me deja caer en el sofá, yo trato de recomponer mi dignidad quebrantada. —¿Dónde esta Taylor? ¿Taylor? Genial, metida en problemas por mi estúpido hermano. —¿Por qué lo sabría? Si ustedes no saben donde esta que siempre los trae de sombra, pues yo menos. —Él dijo que dejaría el dinero aquí, y vengo por el. —Pues aquí no hay nada de Taylor, ahora vete si no quieres que llame a la policía. El tipo pone sus manos en mis hombros y me presiona contra el mullido cojín que tengo en la espalda. —Más te vale que lo encuentres, o que pagues lo que debe, por que de no hacerlo, tú y tu loca madre pagaran las consecuencias. —Deja a mi madre fuera de esto, a final de cuentas ella ya ni siquiera sabe quien es ese imbécil que tengo de hermano. ¿Cuánto es lo que debe? —Cincuenta mil. —¿Qué? ¿Por cincuenta mil pesos me estás jodiendo? Él ríe y entonces me siento estúpida por que no recuerdo haberle contado un maldito chiste. —Son cincuenta mil dólares lindura, y más vale que los tengas para hoy en la noche. Con su amenaza latente, sale de mi casa y cierra la puerta. Yo apenas puedo respirar de manera correcta. Ese maldito idiota me va a escuchar. Me levanto del sofá y camino hasta mi habitación, tomo mi ropa y me cambio lo más rápido posible, hago lo que puedo con mi cabello y tomo mi bolso, tengo que salir de aquí antes de que decida volver. Bajo hasta el estacionamiento y la furia invade mi cuerpo al ver las llantas de mi coche totalmente ponchadas, ese hijo de... Maldición. Salgo a la calle y detengo un taxi, odio que mi rutina se vea estropeada, tengo un horario y nada debe interferir con el. Le doy la dirección al taxista y conduce tranquilamente, agradezco que sea temprano y que no vaya a llegar retrasada a mi trabajo. Mi nombre es Sally Harrison, estoy a nada de cumplir treinta, tengo mi trabajo soñado, gano un salario nada despreciable, tengo mi propio departamento y hago lo que quiero, cuando y como quiero. Soy la hermana mayor de Taylor, un estúpido de veintisiete años que apenas si conoce el significado de la palabra "responsabilidad" Taylor se supone que sería el hombre de la casa después de que mi padre falleciera, pero no fue así, contrario a lo que todos creíamos que sucedería, mi hermano se refugió en el alcohol, poniendo de pretexto la partida de mi padre, dejándome a mi a cargo de todo... Y hablo de todo, hasta de limpiar sus estúpidos errores. Mi mamá... Ella era tan complicada y cerrada que cuando nos dimos cuenta de su enfermedad ya estaba avanzada, papá se había ido meses antes y todo su comportamiento se lo adjudicamos a la depresión. Ahora ella se encuentra en una clínica especial para personas con alzheimer, no sabe quien soy, ni siquiera sabe quien es ella y eso me pone mal. —Señorita, hemos llegado. Vuelvo al presente y asiento al señor que me mira como si supiera por todo lo que tengo que pasar. Saco un par de billetes de mi bolso y pago por el viaje, salgo y camino hasta la entrada del edificio, al llegar puedo notar la mirada de todos puesta en mi. Eso me incómoda un poco pero lo dejo pasar. —Buen día. –saludo al guardia quien solo se limita a asentir. Mis zapatillas repiquetean por el brillante mármol blanco, y mientras camino al ascensor de nuevo las miradas se posan en mi tomo mi celular y en cuanto entro llamo a mi mejor amiga quien justamente es mi recepcionista. —¿Sally? –responde en tono bajo. —¿Por qué demonios susurras, Violet? —¿Dónde estás? —Voy llegando a la oficina. —¡No vengas a tu oficina! –susurra con tono alarmado pero es demasiado tarde, pues la puerta del ascensor se abre, puedo verla con la ropa desaliñada y expresión de miedo. Camino hasta ella y me obliga a callarme, me lleva hasta el baño y una vez que cerró la puerta con seguro empieza a llorar. Sus rodillas caen hasta el suelo y yo me pongo a su altura. —¿Violet? —Tienes que irte o van a matarte. Sus palabras me hacen sentir ese maldito frío recorrer mi espina dorsal, los labios se me secan y mi corazón late desenfrenado. —¿Qué estás diciendo? —Él... Ese hombre está en tu oficina, viene a buscar a Taylor, y amenazó con no irse de aquí hasta que hable contigo. —Entonces iré a hablar con él. Violet niega rápidamente con la cabeza y me toma de las manos. —No, tienes que irte Sally, ese hombre te va a matar si no les das el dinero. —Hoy en la mañana recibí una visita inoportuna, puedo lidiar con ellos. Me levanto decidida a hablar con el tipo que se atrevió a sembrar el pánico en mis empleados, no tolerare que por culpa de mi hermano todo a mi alrededor se vea afectado. Salgo del baño y camino hasta mi oficina, cuando abro la puerta puedo verlo sentado en mi silla. —Sally, que gusto verte. Pasa, siéntate. Entro sin demostrarle miedo, acomodo mi saco en su lugar y meto mi bolso en la pequeña puerta que tengo distinada para ello. Me siento frente a él conteniendo el vómito verbal, sus ojos gélidos me observan con detenimiento. —Mi querida Sally, aún recuerdo cuando medias la mitad de lo que mides ahora, entonces eras apenas una pequeña de 12 años, mírate ahora, toda una mujer, exitosa, bella, poderosa. —¿Qué hace aquí? —Sally, Sally, ¿qué manera es esa de tratar a tu tío? —Sé que tus intenciones no son muy buenas que digamos, uno de tus hombres interrumpió mi mañana, ha dejado más que claro el mensaje, son cincuenta mil dólares lo que Taylor te debe. —De hecho, florecita, es más que eso, el muy listo se ha robado algo valioso para mi, y quiero que me lo devuelva. —Yo ahí no puedo hacer nada. —Por supuesto que si, obligalo a que venga, o de lo contrario tú también tendrás problemas. —¿Por qué diablos yo tengo que ser parte de esto si ni siquiera me corresponde? –espeto furiosa. —Por qué es tu familia, y a la familia no se le abandona. Mi tío, toma su saco y camina hacia la puerta, sin dejar de mirarme, toma la perilla y con una sonrisa mortal me amenaza sutilmente. —Hace tiempo que no veo a mi hermana, quizás si tengo tiempo libre buscando algo que me fue robado, puede que vaya a verla. Con eso último sale de mi oficina y yo suelto la respiración que estuve conteniendo en su presencia, ese idiota me va a escuchar. Juro que me va a escuchar. Me levanto de la silla y tomo mi celular, busco su número y le ruego al cielo para que responda, pero hoy nada está de mi lado. Dos, tres, cuatro llamadas y nada. A este paso voy a morir joven a causa de un enfado. La puerta se abre de golpe y Violet entra estrepitosamente. Trae gruesas lágrimas en sus ojos grises y me mira con tremenda tristeza. Camino hasta ella y trata de hablar pero con el llanto atorado es imposible. Ella murmura algo realmente inentendible. —Violet no entiendo, ¿puedes hacerlo más despacio? Ella sorbe su nariz y toma varias respiraciones antes de limpiarse burdamente los ojos y hablar. —Han encontrado a Taylor sin vida en un callejón a las afueras de la ciudad, Sally. Han llamado para que vayas a reconocer el cuerpo. Siento que mi vida se va desvaneciendo poco a poco, Taylor esta muerto y me ha dejado sus malditos problemas a mi. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué? Siempre he hecho las cosas de manera correcta, no merezco esto. —Jefa, feliz cumpleaños, hoy celebramos y no quiero un no por respuesta. ¿Recuerdan que había dicho que estaba a nada de cumplir treinta? Pues estaba hablando en serio, muy en serio.

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