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La venganza de Sennikov

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Blurb

Yuri Sennikov a sus 29 años es el jefe y líder más joven de la Bratva (mafia rusa), su carácter frio, audacia y tenacidad es lo que lo ha mantenido en la cima de una de las más grandes organizaciones del crimen "la mafia roja".

Es un hombre solitario, para él lo más importante y lo único que tiene valor en su vida es el mundo en el que se mueve, dejando totalmente a un lado cualquier clase de sentimientos. Hasta éste punto él cree tenerlo todo.

Elizabeth Grayson 21 años joven y hermosa, impuesta a vivir un infeliz presente y un predecible futuro, resignada ha perdido toda esperanza de que su vida pueda cambiar.

Dos polos opuestos que en algún momento de la historia la venganza los lleva a colisionar sus vidas, para dar inicio a un apasionado, erótico e intenso romance, desafiando a las leyes y todas aquellas probabilidades de que todo puede salir mal.

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Prefacio
Novosibirsk. Rusia. En un noche como cualquier otra, en un barrio de mala muerte a orillas de la ciudad, un elegante hombre baja de su ostentoso Bugatti platinado de vidrios polarizados, descansa su espalda en un de los costados del auto con suma petulancia, Yuri no se caracteriza por su discreción o querer pasar desapercibido por el resto de las personas, su personalidad y físico siempre imponente lo mantienen a la expectativa de los demás, sus ojos verdes como la aceituna destilan una malvada gélida mirada causando escalofríos a quien se atreve a sostenerla, por otro lado posee un atractivo agraciado que alborota las hormonas femeninas, cabellera rebelde de un rubio cenizo casi siempre sostenido en una pequeña coleta, cejas pobladas, pestañas largas que hacen relucir sus grandes ojos, nariz aguileña en proporción a su alargado rostro y unos labios delgados y rosados encontraste a su pálida piel, él no teme mostrarse tal cuál es, no le teme a Dios, ni mucho menos al infierno ya que él es el mismo diablo en persona siempre haciendo lo que quiere aquí en Rusia o en dónde sea, no le importa la aprobación de nadie, el miedo qué imparte hacia los demás, lo hace sentir completo. Despreocupado saca un cigarrillo, fuma pensando en el espectáculo que está por empezar mientras su mirada se enfoca en ése callejón frente a él, de dónde proviene los gritos de súplica de dos hombres al ser torturados y quiénes no tienen ni idea de que lo peor todavía no les llega, al escuchar tan maravillosa melodía para sus oídos simplemente cierra los ojos y guarda la ansiedad que cosquillea en su cuerpo por entrar en acción. Hay que mencionar que antes de convertirse en el rey de la Bratva, Yuri Sennikov era el cruel asesino a suelto que siempre prevaleció ante todos, su frialdad, su sadismo y falta de escrúpulos al matar poco a poco lo hizo ganarse el respeto de los grandes mandos de la organización y aunque ahora tiene quién se encargue del trabajo sucio, siempre prefiere hacerlo él mismo, es demasiado desconfiado y en cierto punto perfeccionista, no le agrada dejar cabos sueltos. De vez en cuando necesita sentir que nunca dejará de tener el poder. Segundos después cuando la impaciencia hace estragos en su cabeza arroja el cigarrillo a medio terminar al piso el cuál se apaga de inmediato al contacto con la humedad de la nieve ya qué en ésta ciudad la mayor parte del año es invierno. Comienza a caminar lento y con determinación entre las estrechas paredes provocando con su pisar un crujido, sonido perceptible dentro del callejón haciendo callar a todos los presentes. El repulsivo hedor a suciedad y orines que evoca del callejón le provoca náuseas a lo que solo reacciona en un gesto de repulsión torciendo la boca y arrugando la nariz para de inmediato poner su verdadero interés en otro asunto, comenzando a su vez el brío abrumador de la adrenalina recorrer por sus venas impulsándolo a sacar lo peor de si pero que con el tiempo ha sabido controlar. Tres de sus hombres vestidos en trajes negros formales, al notar su presencia se hacen a un lado dejando de propinar salvaje golpiza a ésos miserables hombres que se hayan de rodillas, atados de manos y sin pantalones sobre la fría nieve, mientras que dos más de su escolta de matones se quedan a espaldas de las víctimas tomando con fuerza de su cabello respectivamente y así evitar que caigan al piso, dejándolos a completa merced de su jefe. —Que pequeña rata es la que tenemos aquí. —expresa burlón, deteniendo sus pasos a escasos centímetro de los sujetos. Ahora Dmitry se acerca para darle información y que resultan no ser de todo el agrado para Sennikov. El ya mencionado es un hombre maduro de más cuarenta años, el más fiel de los lacayos, de físico formidable, temible, una altura mayor a la de Sennikov tomando en cuenta que su jefe mide 1.90 de estatura, facciones toscas, con más de dos cicatrices en el rostro que bien se llevan con ese duro semblante y de aspecto terrorífico. De su pasado se sabe que fue un agente de la milicia Rusa dónde obtuvo el grado de coronel, pero desde hace ocho años es el jefe de seguridad de la Bratva y una de las pocas personas en las que Yuri confía. Su lema "lealtad a quién la merece". Es un hombre demasiado serio y reservado la verdadera razón por la cuál ésta en la mafia nadie la sabe, se cuentan una que otra teoría que al final coinciden que es a causa de una traición que lo hizo perder a toda su familia. —Encontramos esto en sus pertenencias, dice no saber qué le pasó al resto. Dmitry le entrega un pequeño paquete de cocaína. Yuri enrojece de ira observando la droga en su mano, la estruja y posteriormente la arroja con furia al piso, colérico quita los guantes de sus manos y su abrigo entregándolo a uno de sus hombres para colocarse la nudillera de acero que Dmitriy le otorga. La razón de su enojo, uno de los hombres que están castigando de nombre Luka, es un joven inexperto distribuidor de drogas que aspiraba entrar en el limitado circulo de integrantes de la Bratva. Hace un par de semanas se las ingenio para burlar la seguridad del lugar teniendo a su vez las agallas de pedir que lo dejarán hablar con el jefe de la mafia y así le cediera el privilegio de ser parte de ellos, ésa Azaña resultó ser tan graciosa para aquellos que se encontraban en el salón de juntas que estallaron en una carcajada, sin embargo a Yuri Sennikov le pareció interesante su osadía al recordarle sus inicios, por un instante se vio reflejado en ése chico de cabellos y ojos oscuros, que a diferencia de lo que era él, éste joven parecía provenir de una familia con una buena estabilidad económica. Ése muchacho tenía un futuro dentro de la organización y Sennikov llegó a pensar lo mismo, en cambio ahora le enfurecía el hecho de haberse equivocado después de escuchar lo que le ha dicho Dmitry ya que ha traicionado su confianza al intentar robarle. —Has cometido un gran error, una falta que te costará muy cara. —inquiere en un tono bajo pero aterrador, terminando de acomodar la nudillera. El joven no puede ni mirarle a los ojos permanece con la mirada baja, mientras su corazón late acelerado y el sudor frío que corre por su rostro son una clara señal del pánico que embargan su cuerpo. En éstos momentos ha perdido la valentía que creía tener y por supuesto se arrepiente incluso de querer pertenecer a la mafia. Comienza a valorar su vida, a sus padres y solo pide a Dios una sola oportunidad para enmendar su camino aunque se sabe que eso es demasiado tarde. Mientras que el otro chico del cuál se desconoce su identidad y su rostro, ya que se encuentra desfigurado como para reconocerlo, comienza a suplicar por su vida. —Yo no sé nada de esto solo lo acompañé a tomar unos tragos, déjame ir por favor. Yuri odia los lloriqueos. Tampoco dejará testigos. Fastidiado saca su arma de la pretina del pantalón y dispara sin miramientos entre sus cejas, por fortuna para el hombre que sostenía la cabeza de éste, la bala quedó incrustada en el cráneo de la víctima y el cuál lo suelta al escuchar la activación del arma. En su interior respiró aliviado manteniendo una postura firme, su jefe nunca mide las consecuencias de lo que qué hace. Luego de eso apunta en la cabeza de Luka que está bastante asustado orinando sus calzoncillos, sabe que terminará de la misma manera que su amigo. —¡Acaso tengo la cara de estúpido!. —grita furico. Guarda nuevamente el arma en la cintura y da media vuelta esbozando una sonrisa lobuna y diabólica, disfruta oler el miedo que infunde. En un abrir y cerrar de ojos se gira nuevamente impactado su puño en la mandíbula de Luka, derribando un par de dientes con ese frío acero que cubre sus nudillos y dejando unos cuantos más flojos casi le ha destrozado la mandíbula con el golpe siendo que no utilizó mayor fuerza al golpearlo. El menudo joven está a nada de ahogarse tose y escupe sangre, pero eso es lo de menos, quiere llorar y suplicar que se detenga pero el poco orgullo que le queda se lo prohíbe, la resignación de su muerte es infalible, prefiere morir con dignidad. Yuri denota la mirada altanera del chico a pesar del dolor, eso le enfada ¿como es posible tal descaro?, debería mostrar respeto, pero al parecer lo reta a continuar. Ahora molerlo a puños sería muy aburrido y cansado para él y una idea mejor viene a su cabeza. Se quita la nudillera relamiéndose los labios. —Si crees en un Dios creo que llegó el momento de que pidas por tu alma... ¡Dmitry! Al escucharlo éste sabe perfectamente lo que Yuri necesita. Le abre un pequeño maletín con instrumentos de tortura, los ojos de Sennikov se engrandecen maravillados al admirar sus juguetes, navajas de diferentes tamaños, tijeras, alicates, incluso un destornillador, pero elije su más resiente adquisición una navaja que compró en un viaje de negocios en Turquía. Acaricia con su dedo índice el filo mientras detiene el impulso de usarla, sus demonios internos exigen sangre, muerte, pero el quiere jugar un poco. —Tendrás el privilegio de ser el primero. —suena burlón colocándose de cuclillas para quedar al nivel de su víctima. Luka logra implorar con las pocas energías que le quedan, al parecer mando al diablo su orgullo. —¡No!..., Por favor no, no... Le coloca el arma blanca en su boca para callarlo. —No estás en condiciones de pedir nada, me has traicionado y deberías saber lo que le pasa a quiénes se atreven a hacerlo. Le pasa el afilada navaja por el rostro y cuello. —Perdón, estoy arrepentido lo juro, te pagaré lo que te debo. —exclama desesperado. Con asco limpia la sangre que ha salpicado en su rostro. —Acaso piensas que soy una maldita institución de beneficencia. Sin embargo... —coloca la navaja en su barbilla y finge pensar haciendo una breve pausa. —Tienes razón, no me gusta perder. —baja el arma hasta el abdomen del joven y en un arrebato de adrenalina y coraje, la introduce en un costado produciendo una lenta agonía, el filo es lo que esperaba, sintió lo mismo que cortar mantequilla cuando la giró para provocar más dolor. Se acerca a su oído. —Tienes tres días, para devolver lo que es mío. Saca la navaja del cuerpo del chico al tiempo que da una señal con la mirada a su hombre para que lo suelte el cuál obedece soltando su cabeza para después desatar los nudos de la cuerda en sus muñecas. No lo ha herido de muerte pero hizo el suficiente daño para hacerle saber que no necesita morir para conocer el infierno. El cuerpo casi inerte de Luka cae al piso tiñendo la nieve con el rojo escarlata de su sangre, a perdido el aliento, le cuesta mucho trabajo respirar, ya que al hacerlo el dolor se profundiza. Yuri lo mira extasiado, pero no tan satisfecho porque él hubiera preferido matarlo, cortarlo en pedazos mientras disfrutaba hacerlo, sin embargo en ocasiones hacer este tipo de cosas, dejarlo casi muerto, le da más poder y respeto. Pese a lo cual para complacer un poco más su lado obscuro, toma una mano y le corta el dedo índice, saciándose con los gritos atenuados de dolor, sin dejar de observar para colmar su ego, dejar en claro que él es rey, el único que puede mostrarse soberbio. —Me lo quedaré cómo garantía de que cumplirás. —se mofa restregando el dedo mutilado en el rostro abatido de Luka. Sin sentir remordimiento o lástima, se levanta entregando la navaja y la extremidad a Dmitry, acto que aprovecha para limpiar la sangre que hay en su mano en el hombro de su guardaespaldas. —¡Oh! casi lo olvido, es imposible esconderse conozco a la perfección cada rincón del maldito infierno. —le sentencia al chico mientras procede a acomodar su abrigo y guantes. —Y ustedes que esperan para limpiar éste asqueroso desastre. —les grita a sus hombres, quiénes se movilizan al escucharlo, levantando primero el cuerpo del chico muerto que quizás ahora será alimento para algún animal salvaje o terminará en el río hasta que alguien lo encuentre. Con total indiferencia por lo que acaba de hacer sale del callejón encendiendo un cigarrillo para continuar sus labores nocturnas luego de desviar un poco la agenda.

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